jueves, 26 de mayo de 2011

Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (pero conocidas)


Cuando salgo del cine después de la proyección de la cuarta parte de Piratas del Caribe y reflexiono sobre lo que he visto (práctica que seguramente fui el único en efectuar), no puedo evitar pensar que la mayor sensación que me ha proporcionado es de deja-vu. Y no me equivoco, pues este es, a mi parecer, el mayor error que ha cometido Robb Marshall a la hora de encarar esta nueva entrega. Practicamente, está confeccionada como si las anteriores no hubieran existido jamás, usando la misma música, el mismo tipo de chistes, e incluso los mismos trucos de guión. ¿Como no nos vamos a acordar, señor Bruckheimer, de la maravillosa primera película que supuso todo un soplo de aire fresco en el cine de aventuras? El afamado productor seguro que sí la recuerda, pues fue el descubrimiento de su particular gallina de los huevos de oro que hasta ahora no ha dejado de explotar.

No hay muchas cosas que decir sobre esta película. En cuanto a historia, muy floja, pues pretende contar varias a la vez y se pierde a medio camino (algo parecido a lo que le pasó a Sam Raimi en Spiderman 3) Además, como ya he dicho antes, usa los mismos trucos de guión que las tres anteriores (lo de las profecías en esta saga tiene tela). Por cierto, la historia de amor imposible del clérigo y la sirena me parece muy forzada, en ocasiones de vergüenza ajena, aunque eso sí, la sirena es muy mona. El apartado visual, impecable y poderoso, la música, muy alta y sin cambio alguno. Lo mejor de la película son sin duda las escenas de acción (especialmente la persecución del inicio por Londres, aunque es realmente exagerada), que sin embargo escasean. Se nota la mano de Marshall en la coreografía de las luchas a espada, algo que solo puede verse de manera positiva.

Sobre los personajes, los nuevos no aportan nada nuevo y son planísimos, y los antiguos continuan como estaban. Tremenda decepción con Ian McShane, un gran actor que no intimida nada en el papel de Barbanegra. Penélope Cruz simplemente está, no al bajísimo nivel de Pilar Rubio en la infame Piratas, pero tampoco aporta nada nuevo a la saga (prefería mil veces a Keira Knightley). Su química con Johnny Depp es lo que le salva, aunque tampoco es nada del otro lunes. Este último está a su nivel. Grandísimo actor, pero el personaje se está agotando. También hay que hablar bien de Geoffrey Rush, otro espléndido actor que parece que ha nacido para ser pirata. La pata de palo le sienta de maravilla.

Esta entrega está hecha no pensando en los fans, que ya tienen las otras tres películas para deleitarse con aventuras de Jack Sparrow, sino pensando en la pasta. Seguro que Jerry se acaba llevando pasta como para llenar la galería de la Perla Negra. Desde luego, es la más floja de las cuatro, ¿pero eso que importancia tiene cuando la gente acude en masa a verla? Seguramente tendremos otra, y otra, y otra más... Así hasta que algún bisnieto de Buckheimer no tenga descendencia. ¿Veremos a Johnny Depp encarnando a Jack Sparrow con ochenta años, blandiendo una espada en una mano y un bastón en la otra? Mientras el público siga pasando por taquilla, no me cabe la menor duda.

domingo, 22 de mayo de 2011

Telebasura (Publicado en El País)

Al leer esta mañana la sección de EL PAÍS "Cartas al director" me ha sorprendido (positivamente) encontrarme con un mensaje de Fernando Trueba criticando las declaraciones de Vasile en este mismo diario. Comparto parte de su opinión sobre el tema, pero quitar responsabilidad a los que ven "telebasura" no me parece correcto. Si estos programas siguen emitiéndose es debido a que tienen un público amplio. Si el programa no diera beneficios, acabaría cancelándose (caso de OT), por consiguiente, la culpabilidad recae tanto en los directores y "creativos" de estos programas como en el público pasivo y complaciente. Ahora tenemos miles de canales (infumables la mayoría) gracias a esa supuesta maravilla llamada TDT, por lo que la audiencia televisiva no puede decir eso de "lo veo porque no ponen nada en la tele". Me imagino que tanto el señor Trueba como yo deseamos una televisión de calidad, que incluya buenos programas de cualquier tipo, tanto culturales como de actualidad, además de una buena oferta de series televisivas y cine. Muy bonito, pero también muy utópico, lástima que el ejemplo de TVE no cunda entre las demás cadenas.

viernes, 20 de mayo de 2011

Midnight In Paris, de Woody Allen

Siempre me ha llamado la atención un fenómeno curioso que ocurre con mucha frecuencia en el mundo de la música. La mayoría de artistas suelen publicar sus mejores obras cuando son más jóvenes e inexpertos. Me resulta paradójico, ya que se supone que con los años se va acumulando experiencia en la composición, lo que hace que el artista sea capaz de crear canciones más redondas. Seguramente, la clave está precisamente en esa inexperiencia, que combinada con la ilusión, hacen que el artista se inspire y sea más creativo que nunca. Woody Allen lleva unos cuantos años en una situación similar, hace buenas películas, pero no transmite la frescura de sus inicios. Por eso, con Midnight In Paris, ha intentado hacer lo que muchos grupos musicales, inspirarse en las canciones de sus primeros años para componer las nuevas con la experiencia compositiva adquerida a lo largo de su carrera. Y ha acertado de pleno.

La película fue estrenada a nivel mundial en el festival de Cannes como película de inauguración y se llevó una ovación que el bueno de Woody hacía tiempo que no escuchaba. Por si fuera poco, los medios la pusieron por la nubes, tanto que si se hubiera estrenado en unos meses, no habría podido concetrarme adecuadamente para preparar los exámenes. Afortunadamente, ese mismo domingo pude deleitar a mi paladar cinéfilo. Llegué prácticamente "virgen" a la proyección, no había oido nada acerca del argumento y tampoco había visto ningún trailer, cosa que recomiendo hacer con cualquier película a todo el mundo.

Desde los primeros planos de los lugares más emblemáticos de la capital francesa, sabemos que este va a ser un viaje inolvidable y otro habitual poema a una ciudad. Cuando entramos en la narración, me sorprendo ante el poder interpretativo de Owen Wilson (actor bilipendiado donde los haya), que hace un papel que podría haber interpretado el propio Allen en su juventud. Me divierto como nunca en el cine gracias a los viajes al París de los años veinte y las apariciones de artistas que admiro, como Hemingway, Picasso, Dalí o Buñuel (estos dos últimos protagonizan uno de los mejores gags que he visto en la filmografía de Allen, cuyo genial sentido del humor sigue intacto). Me enamoro de la preciosa Marion Cotillard, un gropie de la época de la que el personaje de Wilson se enamora perdidamente. Y, sobretodo, me emociono con el final, donde me doy cuenta que, por mucho que odiemos nuestro presente, no se puede vivir en el pasado.

Cuando salgo del cine reflexiono sobre el tiempo que me ha tocado vivir. Está claro que habría sido una gozada compartir residencia con Dalí, Buñuel y Lorca, o que habría sido un privilegio ser un aprendiz de Da Vinci. Pero, sinceramente, prefiero vivir en estos años, en el que convivimos con genios como Woody Allen y podemos acceder a todo el arte anterior a nosotros. Otra cosa que consigue el neoyorkino es que empieze a aborrecer mi ciudad (ya no digamos mi pueblo) cuando pongo el pie en la calle. Cualquier ciudad que toca, la convierte en adorable, y París, que es bella por naturaleza, no iba a ser menos. Gracias Woody, por seguir deleitándonos con tu cine y tu talento, que no tiene fecha de caducidad.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Despertando del sueño eterno


 Unos días históricos son los que estamos viviendo desde el pasado domingo. La generación más preparada de la historia de nuestro país está indignada ante la falta de trabajo (para ellos) y de vergüenza (de los políticos y banqueros) y han decidido que la solución está en la calle. Después de multitudinarias manifestaciones en nada menos que cincuenta ciudades españolas el domingo 15 de mayo, la plataforma Democracia Real Ya ha convocado a los indignados en las plazas más representativas de cada ciudad para que se reunan y acampen en ellas. Ya llevamos dos días de protestas pacíficas, con la plaza del Sol madrileña llena de todo tipo de personas con un mismo objetivo: luchar contra la injusticia social que casi siempre viene de la mano de políticos y banqueros y defender la verdadera democracia, esa que parece que no suele pasar mucho por España. Las redes sociales arden, especialmente Twitter, y los medios de comunicación de masas, que casi no informaron sobre las manifestaciones del domingo, no han tenido otro remedio que aceptar la evidencia, esto está pasando y es importante.

Algunos de estos medios se toman las protestas a broma, añadiendo que son movimientos de extrema izquierda y poco menos que utópicos. Sobre lo primero, seguro que no se han informado bien, pues a estas convocatorias han acudido gente tanto de izquierdas como de derechas, personas que dejan sus diferencias ideológicas de lado para luchar por un objetivo que les beneficiaría a ambos, la democracia real. Sobre la calificación de utópica tenían razón. Efectivamente, tenían, porque este movimiento habría sido utópico hace unos meses, pero ahora vemos día tras día el esfuerzo y la ilusión de las personas que abarrotan las plazas por querer cambiar la situación. En estos momentos estamos despertando del sueño que acarreábamos desde tiempos inmemoriales, un sueño que se hacía eterno. La pregunta es, ¿Por qué pasa esto ahora? Veo tres influencias muy claras que han hecho posible esta situación:

1. Las revoluciones democráticas que se están produciendo en algunos países árabes. Compartimos modus operandi, las redes sociales como principal arma de protesta y como organizadoras de las concentraciones. Y es que sin redes sociales, estas podrían haberse producido igualmente, pues lo importante aquí son las ganas de los que reaccionan, pero habría sido mucho más difícil. El hecho de estar ocupando las plazas es un símbolo universal que hemos visto últimamente en la plaza Tahir de Egipto.

2. El libro/manifiesto de Hessel, Indignaos! y sus consiguientes interpretaciones a la española, principalmente llevada a cabo por Jose Luis Sampedro, que colaboró redactando el prólogo del libro de Hessel y ha participado como uno de los escritores principales en Reacciona. Son libros que nos han hecho pensar y reflexionar sobre la situación actual del mundo y de nuestro país, y que, debido a los temas que toca, han podido provocar un brote de indignación entre sus miles de lectores.

3. El documental ganador del Oscar Inside Job. Esta podría haber sido la gota que ha colmado el vaso. Un documental terrorífico, sobre como se provocó la crisis económica actual y quién lo hizo. Las conclusiones generales del excelente film pueden hacerte llorar en el mejor de los casos, viajar a Estados Unidos, comprar una recortada y darte un paseo por Wall Street mientras la descargas en el peor. 

Estuve en la manifestación del domingo y seguramente acuda a la concentración de esta tarde. Yo también estoy cansado de estos políticos infames y estos banqueros que no viven bien si no tienen tres mansiones, un avión privado y ocho equipos de fútbol. Estoy cansado de las mentiras y triquiñuelas de ambos, pero, sobretodo, estoy cansado de que seamos siempre los mismos los que tenemos que pagar por los caprichos de los demás. Y no son mayoría, como nos hacen creer, son una grandísima minoría que sin embargo posee el 98% del dinero mundial. La mayoría somos nosotros, juntos podemos aplastarlos, como hacen ellos con nosotros. Pero nosotros tenemos algo que ellos no tienen, dignidad, y nos conformaremos con que ajusten sus sueldos a un nivel razonable, a ser posible, números con menos de cinco cifras al mes. Puede que no consigamos nada, pero por lo menos lo habremos intentado.

P.D: Me gustaría hacer una recomendación a todo el mundo que lea esto. Creo que no votar no es la solución para acabar con el bipartidismo reinante que todos detestamos, la solución es votar a los partidos pequeños, partidos con buenas ideas que no vemos en televisión. No votar o votar en blanco al final hace que los partidos de siempre, PP y PSOE, sean los que salgan ganando. Debemos ayudar a los partidos pequeños a subir poco a poco, para que de aquí a un par de elecciones puedan suponer un riesgo para los partidos dominantes.

lunes, 2 de mayo de 2011

La nueva tetera de Russell


 El filósofo y matemático Bertrand Russell, que tenía serias dudas sobre la existencia de Dios, creó un ejemplo paradigmático para demostrar que las religiones en realidad son meras supersticiones. Imaginemos que hay una tetera viajando por el universo, tan pequeña que no se puede ver con un telescopio. Si una persona dijera que existe tal tetera, se le tomaría por loco. Sin embargo, un libro antiguo dice que de verdad existe una tetera, y esto se enseña los domingos como realidad inmutable y se instala en la mente de los niños por sus padres desde que nacen. Así, la creencia se extendería por el mundo y contaría con millones de fieles y detractores, que se acusarían mutuamente de locos. La analogía de Russell sirve como crítica y sátira de las religiones, igual que el Monstruo Espagueti Volador o el unicornio rosa invisible. Aunque no es eso lo que vengo a criticar hoy, ¿o quizás sí?

Todos nos hemos enterado esta mañana de la muerte de Osama Bin Laden, lider de Al Qaeda, amigo íntimo de la familia Bush y principal objetivo de Estados Unidos desde los ataques del 11-S. Ha muerto gracias a un tiro en la cabeza de uno de los miembros de la Marina estadounidense, que si sale a la luz se convertirá en presidente vitalicio del país por su "heroica" (también reconozco que merecida) acción. Lo curioso viene después, pues los marines, en vez de llevarse el cadáver a su país, donde sería muy solicitado, han decidido darle una enterramiento digno (ya que la muerte muy digna no ha sido) lanzándolo al mar, con tan mala pata que ni siquiera hicieron una foto al cadáver ni se llevaron ninguna prueba que pueda demostrar la muerte del terrorista.

Muchas celebraciones y muchas palabras de agradecimiento a los estadounidenses, pero lo esencial, que son las pruebas, no tenemos ni una, aunque una foto falsa intente engañarnos. No voy a negar que me encantan las conspiraciones (estoy deseando escuchar lo que Santiago Camacho tenga que decir sobre esto), pero tampoco podéis negar vosotros, queridos lectores, que esto huele muy mal. Los medios, en caliente, están celebrándolo como nadie, pero conforme vaya pasando el tiempo, el mito seguirá creciendo y creciendo, y ya no sabremos si, como casi siempre, nos tenemos que creer la versión oficial. 

Por eso, creo que este caso podría ser una nueva tetera de Russell. Están los que creen que de verdad  ha sido asesinado y lanzado al mar, porque parece lo más seguro gracias al despliegue realizado, y los que creen que todo es mentira porque no tenemos ni una sola prueba de ello. Sin embargo, este conflicto podría resolverse facilmente, si los estadounidenses no hubieran lanzado el cuerpo al mar, al igual que podría haberse resuelto el otro gran mito popular, el de la muerte de Hitler, si hubieran dejado alguna prueba de su suicidio. No creo que, como en este último caso, se creen teorías diciendo que Bin Laden escapó en un ovni, pero es probable que la gente no se crea que esto ha pasado realmente.

Que cada uno crea lo que quiera, pero recordad que, por ahora, no hay evidencias de que esto haya pasado. Los estadounidenses se creerán cualquier cosa que les digan de todas maneras, no en vano son el país más religioso del mundo, pero nosotros deberíamos evitar el fanatismo que se ha levantado allí ante su muerte y dejarnos llevar por hechos demostrables, no por excusas que tienen pinta de ser muy baratas.