miércoles, 10 de agosto de 2011

In Waves, de Trivium


A Trivium se les ha etiquetado desde prácticamente el principio como "los nuevos Metallica", etiqueta que muchos grupos anteriores han sufrido y que les ha llevado a crisis profundas desde las que nunca han vuelto a ser los mismos. Pero los chicos de Florida parece que nunca se han amedrantado ante el desafío, ellos tienen claro que nunca habrá unos nuevos Metallica, pero si puede haber un nuevo grupo que cambie el metal que no tenga que ser necesariamente comparado con los de San Francisco. 

Así, la carrera de la joven banda ha estado siempre apoyada por los metalheads más jóvenes, que los ven como el grupo líder de su generación, mientras que la vieja escuela suele negarse a darles una oportunidad (el baño de objetos con el que les recibieron en Londres cuando telonearon a Iron Maiden lo demostró). Ni cuando publicaron su álbum más clásico, The Crusade, contentaron a estos fans, y en muchos casos tampoco a los suyos, por lo que parece que decidieron dejar de hacer concesiones a la galería y empezar a ir a su rollo, sin preocuparse por lo que digan los demás.

Con este panorama asoma la cabeza In Waves, su quinto álbum. Después del aclamado Shogun, su álbum más progresivo, parece que la banda ha querido combinar los elementos de los últimos tres discos, creando uno que podría haberse titulado fácilmente The Ascendacy of the Shogun's Crusade. Esto no tiene que ser negativo, aunque es verdad que con las primeras escuchas el disco no causa muy buena impresión y se hace largo. Todo es cuestión de acostumbrarte y eliminar las cinco canciones bonus, ya que tres de ellas están intercaladas a mitad del disco. A partir de ahí, si te gusta Trivium, disfrutarás como un enano. 

El álbum arranca con un tema homónimo potentísimo, bruto pero melódico. La melodía, tanto vocal como de guitarra, es clave en muchos temas, cosa que siempre ha supuesto una característica de la banda. Así tenemos temas como "Inception of the End" o "Caustic Are The Ties That Bind", que tienen una línea muy neo-thrash pero que tienen partes totalmente melódicas que a veces suenan a Bullet For My Valentine, sobretodo en la segunda (¿o son Bullet For My Valentine los que suenan a Trivium?).

Para los fans de los Trivium más viscerales, a los que les gustan los riffs rompecuellos pero técnicos y  escuchar a Heaffy dejándose el alma, tenemos temas como "Dusk Dismantled" (mi favorito del disco), o "Chaos Reigns" (¿posible homenaje de Heaffy a Von Trier, ahora que que es un gafapasti?). Y los himnos tampoco faltan, ahora que ya no tocan el que debería ser el himno de una generación "Anthem (We Are The Fire)", en este disco hay posibles sustitutos como "Built To Fail" o "Black", buenas canciones pero que carecen de la épica de la antes nombrada. También hay cosas nuevas, como el uso de algún blastbeat esporádico (el nuevo batería cumple muy bien sustituyendo a Smith), y especialmente la canción que cierra el disco "Of All These Yesterdays", tema con dejes de balada épica que no habría desentonado en The Crusade.

En conclusión, In Waves debería gustar a todos los fans de Trivium. Es un disco logrado y muy bien producido, tiene de todo, pero lo malo es la sensación constante de deja-vu. Es cierto que el metal de Trivium es muy personal, pero un poco de innovación no les vendría mal de cara a un futuro trabajo. También hecho en falta la canción instrumental que nos han regalado en sus dos últimos trabajos para cerrar los discos. Shogun y The Crusade eran dos temazos grandiosos, y dejaban muy claro que el nivel compositivo de estos chavales es muy alto. ¿Nos regalarán un disco instrumental algún día? A mí me encantaría, pero ahora espero que graben por fin su ansiado directo para CD y DVD, algo que puede ser épico.


martes, 9 de agosto de 2011

The Black Crown, de Suicide Silence


Suicide Silence tuvo la mala (buena para los fans) fortuna de que su debut, The Cleasing, fuera uno de los mejores discos de metal extremo de los últimos años, que cogió el género allí donde lo habían dejado Slipknot después de sus dos primeros álbumes, creando un sonido que ha sido imitado por cientos de bandas desde entonces. Y es mala suerte porque, después de eso, todo lo que hagan va a ser comparado con su ópera prima. Su anterior disco, un más que decente ejercicio de metal extremo en el que ya empezaron a dar señas de por donde iban a tirar en el futuro, fue menospreciado por fans y crítica. Ahora llega este The Black Crown, su tercer álbum, que ha recibido mejor acogida que el anterior, pero aún así, me parece que sigue menospreciándose un poco al tratarse de la banda que creó The Cleasing.

En este nuevo disco, la banda se adentra definitivamente por los senderos que en No Time To Bleed eran parte de una encrucijada. Han madurado y se han dado cuenta de que tienen que hacer su música para ellos, no para sus fans, y han decidido seguir con su evolución natural. Que nadie se asuste, Suicide Silence no son Bring Me The Horizon, que ya tienen poco que ver con la escena extrema, Mitch Lucker sigue verreando como siempre, los blastbeats siguen siendo demenciales, y la brutalidad de los riffs y los breakdowns tienen tanta fuerza que pueden tirarte de la silla en cualquier momento, siguen teniendo ese sonido tan personal que siempre les ha caracterizado.

Pero eso no quiere decir que no hayan añadido nuevos elementos, como un acercamiento de Lucker a la melodía vocal, una producción más heavy, más groove en las guitarras, etc. Sin duda es muy significante el acercamiento en algunas canciones al Nu Metal más cafre, como en "You Only Live Once", un tema que recuerda a como sonaría "Wait And Bleed" si hubiera sido compuesta hoy. La mayor sorpresa del disco es sin duda la aparición de Jonathan Davies en "Witness The Adicction", algo que ha desconcertado a los fans aunque los miembros de la banda siempre han ensalzado a Korn como una de sus grandes influencias. La otra colaboración curiosa es la de Frank Mullen, de Suffocation, en uno de los temas más brutales del álbum, lo más cercano al death metal clásico que podremos oir en el plástico.

Queda poco del llamado deathcore en esta producción, si acaso esos breakdowns tan destructivos de los que siempre han hecho gala, pero el sonido del disco tiene poco que ver con el de las bandas del estilo. Esto es metal extremo sin etiquetas, con muchas influencias noventeras de bandas como Sepultura, Pantera o Machine Head. Está muy claro que Suicide Silence nunca van a entregarnos otro The Cleasing, pero si pueden entregarnos otra obra maestra. Si siguen por este camino, el próximo disco podría ser un disco muy a tener en cuenta. De momento, con este han conseguido llegar al puesto veintiocho del Billboard americano, todo un logro para un grupo de sus características.



miércoles, 22 de junio de 2011

Ritual, de The Black Dahlia Murder


“¿Qué es eso del color?”, decía la mona Chita en uno de tantos magníficos sketchs de Muchachada Nui, cuando oía a su cuidador decir que sus películas de Tarzán serían mejor en color. Por si hay algún despistado, los monos ven en blanco y negro, por lo que no pueden distinguir más colores. Bueno, pues si a la mona Chita le pusiéramos Ritual, el nuevo disco de los americanos The Black Dahlia Murder, diciéndole que es un grupo de deathcore, como muchos han catalogado a la banda, después de escucharlo nos diría “¿qué es eso del core?”, con el consiguiente cabreo destrazalotodo.

Todo este cuento para decir que en su nuevo disco, estos frikis de Detroit se han quitado de encima la etiqueta core y nos han entregado un disco de death metal puro y duro, y posiblemente se trate de uno de los mejores del año en el mundo del metal. Aunque también podemos sacar la moraleja de que debemos dejar las etiquetas de lado y simplemente disfrutar de la música, ya sea death metal o jazz avantgarde, llamarlos simplemente música. Pero dejémonos de moralina y vayamos directos al grano.

 El álbum es una carnicería, un baño de sangre y visceras al que los Dahlia nos tienen acostumbrado. Están sus típicas canciones con blastbeats por doquier, punteos melódicos y su particular cantante que altera perfectamente sus dos registros, el más grave, típico del death metal, y el más agudo, más típico del black metal, aunque no con la profundidad tan cavernosa que caracteriza a los vocalistas de este género. Temas que volverán locos a todos los fans de The Black Dahlia Murder son Conspiring with the Damned o Moonlight Equilibrium. También hay un tema muy thrasher en todos sentidos, de un minuto y medio, Den of the Picquerist, que recuerda por momentos al mítico y brutal Struck A Nerve de Machine Head.

La sorpresa viene con los temas más groovies, como On Stirring Seas of Salted Blood o Malenchanments of the Necrosphere, canciones más pesadas que nos muestran el reverso del sonido Black Dahlia, pero que siguen sonando a ellos, sin perder sus señas de identidad. Parece ser que su nuevo guitarrista, ex Arsis, ha jugado un papel fundamental en esta nueva senda musical. Parece que lo mejor de los antiguos Arsis ha ido a parar a esta banda a través de él. También se nota su presencia en los solos, más elaborados que en anteriores discos. Incluso podemos notar teclados en temas como la final Blood in the Ink.

No sé lo que tiene esta banda de chiflados que encanta a todos los fans del metal extremo. Será por su buen hacer metalero, será por sus letras “gorefrikis”, será porque sacan discos cortos de cuarenta minutos cada dos años que nos dejan con ganas de más. Lo fundamental es que no aburren, y eso, en una banda de sus características, es muy de agradecer. Ya estoy deseando que pasen otros dos añitos para escuchar su próximo disco, pero vivamos en el presente y disfrutemos del verano más metalhead en mucho tiempo. Si la avalancha de discos que viene no cumplen las expectativas, siempre podremos ponernos Ritual para que nos alegre el día.

Caín, de José Saramago


La excepcional colección que está poniendo a la venta semana a semana el diario El País me está permitiendo acercarme más a la obra de José Saramago, uno de los autores más prestigiosos de la literatura contemporánea y del que solo había tenido la oportunidad de leer su excepcional el evangelio según Jesucristo, que me pareció una novela llena de sarcasmo y mala ostia, muy sutil pese a todo. La novela que nos ocupa, que es la última novela que publicó antes de morir el año pasado, sigue un planteamiento similar al de la obra anteriormente citada.

Caín, hijo de Adán y Eva, se ve obligado a irse de su tierra después de matar a su hermano Abel y que Dios le condene a vagar bajo su protección. Caín acaba haciendo viajes temporales que le llevan a presenciar los hechos más famosos del Antiguo Testamento. De esta manera, Saramago alterna perfectamente lo escrito en la Biblia y su propia ficción con un objetivo, que nos demos cuenta desde los primeros capítulos, en los que vemos la evolución en las vidas de Adán y Eva (algo parecido a lo que hizo en su evangelio con José, pero mucho menos extenso), de que Dios es el tirano más malvado de la historia de la ficción, e incluso de la no ficción.

Desde la destrucción de Sodoma y Gomorra hasta el exterminio de toda la humanidad, excepto a Noé y su familia, pasando por las penalidades que les hacer pasar a Job o Abraham, nada es suficiente para la crueldad de este Dios tan bien vestido. Es homófobo, celoso, envidioso, despótico, misógino, asesino, y un montón de adjetivos que no cabrían en esta columna. Lo mejor de esto es que Saramago no inventa nada referente a Dios que no salga en los primeros libros del Antiguo Testamento, dejando en evidencia la doble moral de la religión y demostrando que, por mucha violencia que haya en el mundo o en los medios, en la Biblia hay el doble y que encima es Dios el que la provoca con mucho gusto, pues pocas cosas le gustan más a este ser divino que un buen baño de sangre.

Todo esto está tratado con un sentido del humor muy característico del autor portugués, que llega a alcanzar momentos de genialidad en los gags que no puedo evitar acordarme de Monty Python en ocasiones. Es paradójico que Saramago también pueda revelarse como un Dios todopoderoso capaz de reescribir la historia mil veces leida y hacerla totalmente novedosa. Aunque Saramago, a diferencia del Dios bíblico, no es demasiado cruel con sus personajes, sino con el propio Dios. Saramago se muestra como un Dios justo, que simplemente condena a aquel que lo merece.

En general, es una novela excepcional que, aunque tiene algún punto flojo (la mayor parte de la estancia de Caín en la casa de Lilith se hace un poco pesada), contiene los principales elementos del autor, siendo un novela perfecta para adentrarse en su obra si todavía no lo has hecho. Si eres ateo y no lo has leído, no se a que esperas, porque te esperan ciento noventa páginas de goce literario y humorístico.

martes, 21 de junio de 2011

Illud Divinum Insanus, de Morbid Angel


El gran problema de los grupos leyenda es que nunca van a volver a sacar discos como los que les encumbraron, pero los miembros son tan cabezotas que intentan demostrar que afirmaciones como esa son de alto contenido difamatorio, hasta que, finalmente, los que difaman son ellos mismos con la música que componen. El caso de Morbid Angel, como no podía ser de otra manera, ha llegado al extremo, como a ellos les gusta, aunque no creo que les agrade mucho esta vez. Su nuevo disco era esperado desde hace casi una década por toda una legión de fans sedientos de brutalidad a los que Heretic no había saciado. Los mismos fans que ahora desean que se hubieran quedado en ese disco, y que no saben si gritar, correr, llorar o tomar a broma su nuevo disco.
Lo primero, hay que puntualizar que los fans del metal, como cualquier fan de otra cosa, tiende a exagerar demasiado cuando se decepcionan, y solo basta que uno lea en un foro que x disco es un truño para que el que lee esté de acuerdo y provocar una reacción en cadena que ni una explosión nuclear. El disco de Morbid Angel tiene buenos temas que gustarán a sus fans old school de toda la vida, canciones que, obviamente, no llegan a la altura de sus temas más míticos, pero a estas alturas no podemos pedir peras al olmo. Pero estos temas han quedado eclipsados por los temas más “innovadores”, canciones que se alejan del sonido clásico de Morbid Angel y, por ende, del death metal gracias a un sonido industrializado tanto en las guitarras como en el foco de las iras de los fans, una batería programada.
Hay que reconocer que los temas industriales son impropios de una banda como los Morbid, siendo el primero de ellos, Too Extreme! (¿una burla hacia los fans más quejicas?) un tema soso y repetitivo, con ninguna característica de la banda. Aunque el premio gordo se lo lleva Radikult, que podría haber parido el propio Marilyn Manson en su época más pueril en cuanto a letras (se me escapa la risa cuando recuerdo ese ridículo kil a cop cop kill a cop kill a kill a kill a cop), que se alarga hasta la extenuación y que supone un fracaso total a la hora de componer el himno que me imagino que querían componer. El único tema industrial que aporta algo al disco es Destructor Vs the Earth/Attack, que tiene un sonido totalmente postapocalíptico y robótico que casa muy bien con esas intros oscuras que siempre han aparecido en discos de Morbid Angel, aunque a veces suene un poco ridícula y también se alarge demasiado.
Pero como he dicho antes, también hay temas que son Morbid Angel al cien por cien, como Existo Vulgoré o el tema más salvable del disco por aclamación popular, Nevermore. En la parte no industrial también encontramos un tema que podría ser un himno de verdad para la banda, algo así como si hubieran hecho una versión death metal de I Love It Loud, I Am Morbid, que tiene buenas intenciones y que de verdad presenta todos los ingredientes para ser un himno de la banda, su sonido característico simplificado, un buen estribillo para cantar con los puños en alto y un solo más que aceptable de la última adquisición de la banda.
En general es un disco que no pasaría del aprobado justo, porque aunque Vincent y compañía quieran innovar, Morbid Angel siempre serán las leyendas del death metal, y ese es su sonido, el sonido que podríamos decir que ellos crearon. Esperemos que se den cuenta de ello y no nos ofrezcan setlist plagados de temas nuevos. También hay que dar un toque de atención a los fans que se han cabreado tanto con el disco que hasta han llegado a crear una página de Facebook para reirse de él, y cumplen su objetivo, porque hasta yo me río. Es lo que decía antes, estas bandas legendarias no deberían sacar más discos, porque siempre van a acabar viviendo de su legado. Pero como yo no soy nadie para decirles lo que tienen que hacer, muchas seguirán empañando su nombre, las que hagan caso de mi sabio consejo, tarde o temprano lo agradecerán, aunque hayan perdido la pasta que les pagaría la discográfica por un contrato. Habrán ganado la gratitud eterna de sus fans.

Falling Skies, Spielberg postapocaliptico


Enfrentarte a una nueva serie de cuya existencia te enteras el mismo día que sale, y encima por error, no apetece mucho, más si son dos capítulos y duran una hora y veinte minutos aproximadamente, justo el mismo día que salen capítulos de Treme y Game Of Thrones. Pero como los subtítulos de la primera llevan su tiempo, decidí ver el estreno de esta superproducción televisiva apadrinada por el tipo más listo de Hollywood, un tal Steven Spielberg, que últimamente produce mucho más que dirige.

Me esperaba un simple entretenimiento palomitero en formato TV, pero tengo que reconocer que estos dos episodios me sorprendieron bastante en todos los aspectos. Empezando por el protagonista, un tal Noah Wyle del que nunca había oído hablar, que se desmarca del típico papel de héroe chulopiscinas americano. Él no es policía, ni excombatiente en Vietnam, es un simple profesor de Historia que debe enfrentarse a las circunstancias que le ha tocado vivir, esto es, la llegada de extraterrestres invasores a nuestro planeta y proteger a sus hijos. Un planteamiento muy similar al de la guerra de los mundos, dirigida por el propio Spielberg, pero con los aliens ya asentados en el planeta y en las conciencias de los terrícolas.

Pero no es con el film del productor ejecutivo de la serie con lo que más asocio Falling Skies, otra de sus principales influencias es claramente The Walking Dead. Los invasores no están nunca en un primer plano de la historia, lo que parece ser será el eje central de la serie será el de las relaciones entre los protagonistas y su lucha por la supervivencia. Lo dicho, The Walking Dead pero con extraterrestres con la mala uva sustituyendo a los zombis. Precisamente ese es el mayor punto débil que veo en la serie, aunque aquí parece que se va a explotar más el punto de vista de los niños. La primera escena, en la que nos ponen en situación gracias a las narraciones de los niños acompañando sus dibujos es escalofriante, ya saben que hay pocas cosas más terroríficas que los dibujos de un niño.

Otra de las cosas que más me sorprendieron fue la manera en la que están filmadas las secuencias de acción. Esperaba planos fijos con cámaras que tienen Parkinson, pero en realidad están filmadas cámara al hombro, haciéndonos creer a veces que estamos corriendo al lado de los protagonistas. En general, la dirección de la serie es bastante sobria y lo suficientemente atractiva como para mantenerte delante del sillón. La ambientación postapocaliptica también está bien lograda, los aliens y sus robots cumplen, se nota la pasta del tito Steven, aunque no llegan al nivel de realismo de las megaproducciones de Hollywood.

Por lo visto, parece que vamos a tener otra serie a tener en cuenta en el panorama ya de por sí bastante interesante de la TV actual, aunque puede que todo sea causa del síndrome del episodio piloto, que ya sufrí en su momento con The Killing. De todos modos, espero con ansias al próximo lunes para ver como continua esto.

viernes, 3 de junio de 2011

A new level?


Lo que podéis ver aquí encima es la sorprendente y polémica portada del nuevo álbum de Opeth, una de las mejores bandas de la escena metal en la actualidad, que lanzará el disco al mercado el día 20 de Septiembre via Roadrunner. La carátula ha causado fuertes disputas entre sus fans, por diversos motivos. El primero, y más evidente, es el cambio estilístico. Opeth nos tenían acostumbrados a regalarnos portadas oscuras e inquientantes, en cambio, esta está llena de colores e incluso tiene unos toques de ese humor del que Mikael Akerfeldt ha hecho gala en sus conciertos (me refiero al detalle de las cabezas de los componentes del grupo en el árbol, y particularmente al de la cabeza de su exteclista, que se marchó del grupo recientemente, cayendo al suelo). A pesar del cambio estético tan grande, el ilustrador sigue siendo el mismo, Travis Smith, que últimamente estaba haciendo muchas portadas con acentuadísimo toque gótico, y con esta parece que se desmarca un poco de esta tendencia.

Luego se han generado otros debates, más insustanciales, como el significado de la misma. Este debate está estrechamente ligado al más importante de todos. ¿Significa este cambio tan radical en la portada uno de la misma magnitud a nivel musical? Parece evidente, pero lo es más cuando me llega la información de que unos cuantos periodistas privilegiados han podido escuchar el disco al completo. Dicen que es un álbum muy setentero, tanto a nivel de producción como musical, con influencias de bandas como Pink Floyd, Jethro Tull, Black Sabbath, Cream, The Beatles o King Crimson, y de estilos como el jazz, el folk y el funk. Como sabréis, grupos y géneros a los que el frontman de la banda ha manifestado admiración a lo largo de su carrera. Pero es que, además, contará con instrumentos como el contrabajo y el clarinete. Según los periodistas, Akerfeldt ha confesado que está harto del death metal y que este es un disco que quería hacer, y le da igual lo que la gente diga de él. Cuando vemos el tracklist del álbum, no podemos evitar pensar que habrá cambios, pues contiene diez canciones, la cifra más alta de toda su carrera (normalmente rondan las siete u ocho canciones). Por último, está casi confirmado que el disco no contendrá voces guturales, algo que ha sentado muy mal a sus fans más metalheads.

Gracias a estos datos, la polémica está servida a tres meses de la publicación del disco. Esto, aparte de demostrar que los suecos son ya un grupo de culto, también prueba la diversidad de sus seguidores, unos en la escena metal y otros que vienen del rock progresivo. Esta diversidad está provocando un conflicto entre estos dos bandos, ya que los metalheads no quieren que Mikael deje los guturales de lado, algo que consideran signo de identidad de la banda, y los más clásicos desean que Opeth se aventuren por otros senderos.

Creo que a Opeth les ha llegado el momento de alcanzar un nuevo nivel, de superar ese techo tan incómodo que es la etiqueta "metal" para un grupo de su categoría. Con Damnation ya demostraron que pueden hacer una obra maestra sin necesitad de guturales, y en el último y también fenomenal Watershed dejaron un claro mensaje de cambio. Desde la acústica Coil hasta una de sus canciones más redondas, Burden, pasando por los primeros minutos de Hessian Peel. En todas ellas percibimos el sonido del cambio. Akerfeldt es un hombre musicalmente inquieto, de esas personas que no paran de buscar música con la que alimentar su alma. Es un melómano de los de antes, que debe de tener millones de vinilos en algún salón de su casa iluminado con velas. Para esas personas no debe ser sano que simplemente encasillen su música como "metal".

Estoy seguro de que este disco va a ser grande, ya estoy deseando que acabe el verano para poder escucharlo. Obviamente, este disco va a ser de los que se compran el día de su lanzamiento en tu tienda favorita. Después, mientras vas de camino a casa, miras la portada (que me paree espléndida) y te preguntas que clase de magia tendrá en su interior. Por fin, llega el momento de reproducirlo en el stereo y descubrir que lo que contiene es eso y algo más. Me haría un favor si no publicaran ningún adelanto, como hicieron Immortal con su último trabajo, porque me gustaría llegar totalmente virgen a la primera escucha. A mí, y supongo que también, a sus numerosos fans.

jueves, 26 de mayo de 2011

Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (pero conocidas)


Cuando salgo del cine después de la proyección de la cuarta parte de Piratas del Caribe y reflexiono sobre lo que he visto (práctica que seguramente fui el único en efectuar), no puedo evitar pensar que la mayor sensación que me ha proporcionado es de deja-vu. Y no me equivoco, pues este es, a mi parecer, el mayor error que ha cometido Robb Marshall a la hora de encarar esta nueva entrega. Practicamente, está confeccionada como si las anteriores no hubieran existido jamás, usando la misma música, el mismo tipo de chistes, e incluso los mismos trucos de guión. ¿Como no nos vamos a acordar, señor Bruckheimer, de la maravillosa primera película que supuso todo un soplo de aire fresco en el cine de aventuras? El afamado productor seguro que sí la recuerda, pues fue el descubrimiento de su particular gallina de los huevos de oro que hasta ahora no ha dejado de explotar.

No hay muchas cosas que decir sobre esta película. En cuanto a historia, muy floja, pues pretende contar varias a la vez y se pierde a medio camino (algo parecido a lo que le pasó a Sam Raimi en Spiderman 3) Además, como ya he dicho antes, usa los mismos trucos de guión que las tres anteriores (lo de las profecías en esta saga tiene tela). Por cierto, la historia de amor imposible del clérigo y la sirena me parece muy forzada, en ocasiones de vergüenza ajena, aunque eso sí, la sirena es muy mona. El apartado visual, impecable y poderoso, la música, muy alta y sin cambio alguno. Lo mejor de la película son sin duda las escenas de acción (especialmente la persecución del inicio por Londres, aunque es realmente exagerada), que sin embargo escasean. Se nota la mano de Marshall en la coreografía de las luchas a espada, algo que solo puede verse de manera positiva.

Sobre los personajes, los nuevos no aportan nada nuevo y son planísimos, y los antiguos continuan como estaban. Tremenda decepción con Ian McShane, un gran actor que no intimida nada en el papel de Barbanegra. Penélope Cruz simplemente está, no al bajísimo nivel de Pilar Rubio en la infame Piratas, pero tampoco aporta nada nuevo a la saga (prefería mil veces a Keira Knightley). Su química con Johnny Depp es lo que le salva, aunque tampoco es nada del otro lunes. Este último está a su nivel. Grandísimo actor, pero el personaje se está agotando. También hay que hablar bien de Geoffrey Rush, otro espléndido actor que parece que ha nacido para ser pirata. La pata de palo le sienta de maravilla.

Esta entrega está hecha no pensando en los fans, que ya tienen las otras tres películas para deleitarse con aventuras de Jack Sparrow, sino pensando en la pasta. Seguro que Jerry se acaba llevando pasta como para llenar la galería de la Perla Negra. Desde luego, es la más floja de las cuatro, ¿pero eso que importancia tiene cuando la gente acude en masa a verla? Seguramente tendremos otra, y otra, y otra más... Así hasta que algún bisnieto de Buckheimer no tenga descendencia. ¿Veremos a Johnny Depp encarnando a Jack Sparrow con ochenta años, blandiendo una espada en una mano y un bastón en la otra? Mientras el público siga pasando por taquilla, no me cabe la menor duda.

domingo, 22 de mayo de 2011

Telebasura (Publicado en El País)

Al leer esta mañana la sección de EL PAÍS "Cartas al director" me ha sorprendido (positivamente) encontrarme con un mensaje de Fernando Trueba criticando las declaraciones de Vasile en este mismo diario. Comparto parte de su opinión sobre el tema, pero quitar responsabilidad a los que ven "telebasura" no me parece correcto. Si estos programas siguen emitiéndose es debido a que tienen un público amplio. Si el programa no diera beneficios, acabaría cancelándose (caso de OT), por consiguiente, la culpabilidad recae tanto en los directores y "creativos" de estos programas como en el público pasivo y complaciente. Ahora tenemos miles de canales (infumables la mayoría) gracias a esa supuesta maravilla llamada TDT, por lo que la audiencia televisiva no puede decir eso de "lo veo porque no ponen nada en la tele". Me imagino que tanto el señor Trueba como yo deseamos una televisión de calidad, que incluya buenos programas de cualquier tipo, tanto culturales como de actualidad, además de una buena oferta de series televisivas y cine. Muy bonito, pero también muy utópico, lástima que el ejemplo de TVE no cunda entre las demás cadenas.

viernes, 20 de mayo de 2011

Midnight In Paris, de Woody Allen

Siempre me ha llamado la atención un fenómeno curioso que ocurre con mucha frecuencia en el mundo de la música. La mayoría de artistas suelen publicar sus mejores obras cuando son más jóvenes e inexpertos. Me resulta paradójico, ya que se supone que con los años se va acumulando experiencia en la composición, lo que hace que el artista sea capaz de crear canciones más redondas. Seguramente, la clave está precisamente en esa inexperiencia, que combinada con la ilusión, hacen que el artista se inspire y sea más creativo que nunca. Woody Allen lleva unos cuantos años en una situación similar, hace buenas películas, pero no transmite la frescura de sus inicios. Por eso, con Midnight In Paris, ha intentado hacer lo que muchos grupos musicales, inspirarse en las canciones de sus primeros años para componer las nuevas con la experiencia compositiva adquerida a lo largo de su carrera. Y ha acertado de pleno.

La película fue estrenada a nivel mundial en el festival de Cannes como película de inauguración y se llevó una ovación que el bueno de Woody hacía tiempo que no escuchaba. Por si fuera poco, los medios la pusieron por la nubes, tanto que si se hubiera estrenado en unos meses, no habría podido concetrarme adecuadamente para preparar los exámenes. Afortunadamente, ese mismo domingo pude deleitar a mi paladar cinéfilo. Llegué prácticamente "virgen" a la proyección, no había oido nada acerca del argumento y tampoco había visto ningún trailer, cosa que recomiendo hacer con cualquier película a todo el mundo.

Desde los primeros planos de los lugares más emblemáticos de la capital francesa, sabemos que este va a ser un viaje inolvidable y otro habitual poema a una ciudad. Cuando entramos en la narración, me sorprendo ante el poder interpretativo de Owen Wilson (actor bilipendiado donde los haya), que hace un papel que podría haber interpretado el propio Allen en su juventud. Me divierto como nunca en el cine gracias a los viajes al París de los años veinte y las apariciones de artistas que admiro, como Hemingway, Picasso, Dalí o Buñuel (estos dos últimos protagonizan uno de los mejores gags que he visto en la filmografía de Allen, cuyo genial sentido del humor sigue intacto). Me enamoro de la preciosa Marion Cotillard, un gropie de la época de la que el personaje de Wilson se enamora perdidamente. Y, sobretodo, me emociono con el final, donde me doy cuenta que, por mucho que odiemos nuestro presente, no se puede vivir en el pasado.

Cuando salgo del cine reflexiono sobre el tiempo que me ha tocado vivir. Está claro que habría sido una gozada compartir residencia con Dalí, Buñuel y Lorca, o que habría sido un privilegio ser un aprendiz de Da Vinci. Pero, sinceramente, prefiero vivir en estos años, en el que convivimos con genios como Woody Allen y podemos acceder a todo el arte anterior a nosotros. Otra cosa que consigue el neoyorkino es que empieze a aborrecer mi ciudad (ya no digamos mi pueblo) cuando pongo el pie en la calle. Cualquier ciudad que toca, la convierte en adorable, y París, que es bella por naturaleza, no iba a ser menos. Gracias Woody, por seguir deleitándonos con tu cine y tu talento, que no tiene fecha de caducidad.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Despertando del sueño eterno


 Unos días históricos son los que estamos viviendo desde el pasado domingo. La generación más preparada de la historia de nuestro país está indignada ante la falta de trabajo (para ellos) y de vergüenza (de los políticos y banqueros) y han decidido que la solución está en la calle. Después de multitudinarias manifestaciones en nada menos que cincuenta ciudades españolas el domingo 15 de mayo, la plataforma Democracia Real Ya ha convocado a los indignados en las plazas más representativas de cada ciudad para que se reunan y acampen en ellas. Ya llevamos dos días de protestas pacíficas, con la plaza del Sol madrileña llena de todo tipo de personas con un mismo objetivo: luchar contra la injusticia social que casi siempre viene de la mano de políticos y banqueros y defender la verdadera democracia, esa que parece que no suele pasar mucho por España. Las redes sociales arden, especialmente Twitter, y los medios de comunicación de masas, que casi no informaron sobre las manifestaciones del domingo, no han tenido otro remedio que aceptar la evidencia, esto está pasando y es importante.

Algunos de estos medios se toman las protestas a broma, añadiendo que son movimientos de extrema izquierda y poco menos que utópicos. Sobre lo primero, seguro que no se han informado bien, pues a estas convocatorias han acudido gente tanto de izquierdas como de derechas, personas que dejan sus diferencias ideológicas de lado para luchar por un objetivo que les beneficiaría a ambos, la democracia real. Sobre la calificación de utópica tenían razón. Efectivamente, tenían, porque este movimiento habría sido utópico hace unos meses, pero ahora vemos día tras día el esfuerzo y la ilusión de las personas que abarrotan las plazas por querer cambiar la situación. En estos momentos estamos despertando del sueño que acarreábamos desde tiempos inmemoriales, un sueño que se hacía eterno. La pregunta es, ¿Por qué pasa esto ahora? Veo tres influencias muy claras que han hecho posible esta situación:

1. Las revoluciones democráticas que se están produciendo en algunos países árabes. Compartimos modus operandi, las redes sociales como principal arma de protesta y como organizadoras de las concentraciones. Y es que sin redes sociales, estas podrían haberse producido igualmente, pues lo importante aquí son las ganas de los que reaccionan, pero habría sido mucho más difícil. El hecho de estar ocupando las plazas es un símbolo universal que hemos visto últimamente en la plaza Tahir de Egipto.

2. El libro/manifiesto de Hessel, Indignaos! y sus consiguientes interpretaciones a la española, principalmente llevada a cabo por Jose Luis Sampedro, que colaboró redactando el prólogo del libro de Hessel y ha participado como uno de los escritores principales en Reacciona. Son libros que nos han hecho pensar y reflexionar sobre la situación actual del mundo y de nuestro país, y que, debido a los temas que toca, han podido provocar un brote de indignación entre sus miles de lectores.

3. El documental ganador del Oscar Inside Job. Esta podría haber sido la gota que ha colmado el vaso. Un documental terrorífico, sobre como se provocó la crisis económica actual y quién lo hizo. Las conclusiones generales del excelente film pueden hacerte llorar en el mejor de los casos, viajar a Estados Unidos, comprar una recortada y darte un paseo por Wall Street mientras la descargas en el peor. 

Estuve en la manifestación del domingo y seguramente acuda a la concentración de esta tarde. Yo también estoy cansado de estos políticos infames y estos banqueros que no viven bien si no tienen tres mansiones, un avión privado y ocho equipos de fútbol. Estoy cansado de las mentiras y triquiñuelas de ambos, pero, sobretodo, estoy cansado de que seamos siempre los mismos los que tenemos que pagar por los caprichos de los demás. Y no son mayoría, como nos hacen creer, son una grandísima minoría que sin embargo posee el 98% del dinero mundial. La mayoría somos nosotros, juntos podemos aplastarlos, como hacen ellos con nosotros. Pero nosotros tenemos algo que ellos no tienen, dignidad, y nos conformaremos con que ajusten sus sueldos a un nivel razonable, a ser posible, números con menos de cinco cifras al mes. Puede que no consigamos nada, pero por lo menos lo habremos intentado.

P.D: Me gustaría hacer una recomendación a todo el mundo que lea esto. Creo que no votar no es la solución para acabar con el bipartidismo reinante que todos detestamos, la solución es votar a los partidos pequeños, partidos con buenas ideas que no vemos en televisión. No votar o votar en blanco al final hace que los partidos de siempre, PP y PSOE, sean los que salgan ganando. Debemos ayudar a los partidos pequeños a subir poco a poco, para que de aquí a un par de elecciones puedan suponer un riesgo para los partidos dominantes.

lunes, 2 de mayo de 2011

La nueva tetera de Russell


 El filósofo y matemático Bertrand Russell, que tenía serias dudas sobre la existencia de Dios, creó un ejemplo paradigmático para demostrar que las religiones en realidad son meras supersticiones. Imaginemos que hay una tetera viajando por el universo, tan pequeña que no se puede ver con un telescopio. Si una persona dijera que existe tal tetera, se le tomaría por loco. Sin embargo, un libro antiguo dice que de verdad existe una tetera, y esto se enseña los domingos como realidad inmutable y se instala en la mente de los niños por sus padres desde que nacen. Así, la creencia se extendería por el mundo y contaría con millones de fieles y detractores, que se acusarían mutuamente de locos. La analogía de Russell sirve como crítica y sátira de las religiones, igual que el Monstruo Espagueti Volador o el unicornio rosa invisible. Aunque no es eso lo que vengo a criticar hoy, ¿o quizás sí?

Todos nos hemos enterado esta mañana de la muerte de Osama Bin Laden, lider de Al Qaeda, amigo íntimo de la familia Bush y principal objetivo de Estados Unidos desde los ataques del 11-S. Ha muerto gracias a un tiro en la cabeza de uno de los miembros de la Marina estadounidense, que si sale a la luz se convertirá en presidente vitalicio del país por su "heroica" (también reconozco que merecida) acción. Lo curioso viene después, pues los marines, en vez de llevarse el cadáver a su país, donde sería muy solicitado, han decidido darle una enterramiento digno (ya que la muerte muy digna no ha sido) lanzándolo al mar, con tan mala pata que ni siquiera hicieron una foto al cadáver ni se llevaron ninguna prueba que pueda demostrar la muerte del terrorista.

Muchas celebraciones y muchas palabras de agradecimiento a los estadounidenses, pero lo esencial, que son las pruebas, no tenemos ni una, aunque una foto falsa intente engañarnos. No voy a negar que me encantan las conspiraciones (estoy deseando escuchar lo que Santiago Camacho tenga que decir sobre esto), pero tampoco podéis negar vosotros, queridos lectores, que esto huele muy mal. Los medios, en caliente, están celebrándolo como nadie, pero conforme vaya pasando el tiempo, el mito seguirá creciendo y creciendo, y ya no sabremos si, como casi siempre, nos tenemos que creer la versión oficial. 

Por eso, creo que este caso podría ser una nueva tetera de Russell. Están los que creen que de verdad  ha sido asesinado y lanzado al mar, porque parece lo más seguro gracias al despliegue realizado, y los que creen que todo es mentira porque no tenemos ni una sola prueba de ello. Sin embargo, este conflicto podría resolverse facilmente, si los estadounidenses no hubieran lanzado el cuerpo al mar, al igual que podría haberse resuelto el otro gran mito popular, el de la muerte de Hitler, si hubieran dejado alguna prueba de su suicidio. No creo que, como en este último caso, se creen teorías diciendo que Bin Laden escapó en un ovni, pero es probable que la gente no se crea que esto ha pasado realmente.

Que cada uno crea lo que quiera, pero recordad que, por ahora, no hay evidencias de que esto haya pasado. Los estadounidenses se creerán cualquier cosa que les digan de todas maneras, no en vano son el país más religioso del mundo, pero nosotros deberíamos evitar el fanatismo que se ha levantado allí ante su muerte y dejarnos llevar por hechos demostrables, no por excusas que tienen pinta de ser muy baratas.

miércoles, 27 de abril de 2011

Fútbol, ¿competición nacionalista?


Estamos en el ecuador de los tan comentados cuatro clásicos entre Barcelona y Madrid. Los dos próximos choques son seguramente los más decisivos, pues el que gane accederá a la final de la competición de clubes más importante a nivel internacional. Después de la derrota en la final de la Copa del Rey, el Barcelona va a ir con ganas a Madrid, mientras que su entrenador, Pep Guardiola, ha acabado contestando al entrenador merengue, José Mourinho, después de pasar toda la temporada mordiéndose la lengua. El ambiente está más caliente que nunca entre estos dos equipos de cara a la semifinal de Champions.

Aquí tienen una mini-previa del partido de esta noche. Supongo que a los que lean periódicos deportivos como As, Marca o Sport, les faltará algo. Les falta lo que sobra pero que nos hemos acostumbrado tanto a verlo que ya no concebimos un panfleto deportivo sin ello. Les estoy hablando de las provocaciones, de las mentiras y de los ataques y defensas del nacionalismo, en resumen, de la constante apología del odio al contrario que hacen estos diarios. Estos periódicos se las dan de profesionales, pero a la hora de exponer sus argumentos parecen críos en el patio del colegio o los típicos abuelos del bar. Debido a esto, deben alimentar a sus lectores con el odio al contrario, los medios no importan, la clave es conseguir que hagan lo que ellos, mostrarse eufóricos e insultar al contrario si ganan o mostrarse victimistas ante la derrota. Vamos, la viva imagen de estos diarios.

Pero el caso que más me llama la atención de todos los que tratan los periódicos es el del nacionalismo. Desde Madrid nos hacen ver que los nacionalistas catalanes son poco menos que Satanás en la Tierra, y por ello muestran todos los días lo malos que son y como quieren cargarse a la España única y verdadera (hoy As, con su habitual imparcialidad, coloca en portada que el Barcelona habría solicitado permiso a la UEFA para que el speaker puediera hablar en catalán). Esto no es más que un lloriqueo clásico, pero hay otros temas que ya son más complicados.

Antes de la final de Copa del Rey, Marca publicó unas supuestas declaraciones de Piqué en el túnel de vestuario del Bernabeu, después del primer choque. Lo que decía era que le iban a quitar al Madrid la copa de su rey y se la iban a llevar a Cataluña. La noticia fue difundida por todos los medios, provocando un gran enfado e indignación en los aficionados madridistas. Más tarde se demostró que estas declaraciones, efectivamente no se produjeron, y fueron un invento del diario para crear un clima de odio, pero nadie hizo caso a eso. Todavía enfureció más a los aficionados que los catalanes presentes en Mestalla silbaran el himno español antes de la final, un gesto totalmente irrespetuoso. Cuando el Madrid se alzó con el título, no tardaron en salir los aficionados a la calle gritando injurias contra Cataluña y contra Piqué. Casillas subió a recoger el trofeo ataviado con una bandera de España y cogió el trofeo poniéndose por encima del rey. Marca volvió a publicar unas declaraciones de Piqué en las que decía que no le interesaba la copa por ser un trofeo español. Obviamente, las declaraciones eran falsas otra vez, y por supuesto, la gente se las creyó otra vez.

Aquí tenéis una lección magistral de como manipular a las masas a cargo del diario Marca, que de ortografía saben poco, pero de manipulación bastante. Con fuerza de voluntad y un poco de ayuda del rival (los diarios catalanes y los que silbaron el himno también tienen culpa) puedes controlar perfectamente a un grupo de personas. No voy a entrar en victimismos, que es lo que suelen hacer los diarios de este tipo, aunque quiero apuntar que cuando Puyol hizo lo mismo que Casillas al coger la Copa (ponerse por encima del rey) hace dos temporadas, Marca lo colocó en su portada como una injuria al Sus Majestades y una muestra del nacionalismo radical de los catalanes. Esta vez, no se dijo ni mu.

Ante todo este circo mediático, yo me hago una pregunta: ¿Por qué los del Barça son unos nacionalistas radicales por llevar banderas de Cataluña y los del Madrid, que hacen lo mismo solo que con la bandera de España, son los buenos? Parece que últimamente el fútbol se ha convertido en una competición donde se pone en juego el nacionalismo. Ganar es un orgullo para tu nación, y perder es una humillación. Lo peor que es esto es debido a la acción de los periódicos y al lavado de cerebro que hacen a los aficionados. Vamos a tranquilizarnos chicos, el fútbol es solamente un deporte, una diversión que a nosotros no nos da nada y hace ricos a los futbolistas que lo único que hacen es dar patadas a un balón. No lo hagamos más serio de lo que ya es, que no muera más gente por una tontería así.

martes, 26 de abril de 2011

"Está bien para ser de España"


 Ayer fue un día grande para la televisión española. Una de las mejores series que se ha visto por aquí en mucho tiempo dijo adiós con un episodio final a la altura de la serie. Si bien al principio me pareció un poco exagerado y forzado, conforme fui reflexionando me di cuenta de que era un final brillante pero oscuro, adjetivo que también comparte la propia serie. Aquí me preguntaba antes de su estreno si Crematorio conseguiría desmarcarse de las producciones con las que se la relacionaba y sus personajes.

Con mucha alegría tengo que decir que sí, que Sánchez-Cabezudo ha conseguido crear un producto 100% español con la gran influencia de las series americanas y el cine. En este apartado el director ha hecho un trabajo envidiable. No digamos ya de su labor en el guión junto a sus compañeros, pues ha adaptado con gran éxito una novela que practicamente carecía de narrativa y que se basaba en monólogos interiores de cada personaje, un tipo de novelas muy difícil de adaptar. Y los personajes y sus relaciones han quedado perfectamente plasmados, diría que algunos, como el propio Pepe Sancho (sublime como Bertomeu), ya forman parte de la historia de la televisión de nuestro país.

Crematorio quedará probablemente como una serie de culto, a pesar de que tampoco es perfecta. Se le puede criticar su extrema frialdad o su complejo guión con muchas tramas, pero a la hora de analizarla, la serie tiene muchos más pros que contras. Yo ya estoy deseando que salga en DVD, que se editará el 11 de mayo por un módico precio de 25 € el DVD y 30 € el Blu-ray.

Ahora toca hablar de otra cosa relacionada con la serie, y en general, con toda cuestión que sea nacionalizada española. Me refiero a algunos comentarios que he podido leer en Twitter (Crematorio ha sido tema del momento esta mañana), que decían que era una buena serie aunque fuera española. Ya advertí en la previa de la serie que no soy nada patriota, y que no me gusta nada el panorama de series en nuestro país, pero estos comentarios tan llenos de prejuicios son capaces de sacarme de mis casillas de la misma manera que El gato al agua. Para empezar, creo que es un error encasillar un producto por su nacionalidad. Así, tenemos ejemplos tan célebres como el "a mi el cine español no me gusta". ¿Y si no lo ves, como sabes que no te gusta?

Despreciar lo nacional, que por cierto, solo apreciamos cuando ganamos un Mundial, se ha convertido en una especie de moda, quedar bien echando por tierra el trabajo de decenas de artistas españoles con unas palabritas y con acciones como ir a ver el último blockbuster de Hollywood, penoso por cierto, y dejar de ver, por ser española, No tengas miedo. Lo mismo podemos decir en todos los terrenos artísticos, cuando hay artístas españoles que tienen museos con su nombre en Alemania y nadie los conoce. También hay ejemplos en la ciencia (los mejores científicos del mundo son españoles, pero tuvieron que irse del país) e incluso en la arqueología (culturas ancestrales que vivieron en nuestra península no han sido debidamente estudiadas todavía).

Parece que los españoles tenemos cierto complejo de inferioridad, creemos no tener nada con lo que destacar, aparte de la selección de fútbol (¿soy yo o el cántico "yo soy español", suena igual que el grito de opresión "yo soy Espartaco"?), y por eso nos aplicamos muy bien el "si no puedes con el enemigo, únete a él". Pero ahí está el error. Podemos ser una superpotencia cultural si nos lo proponemos, pero desde luego, a base de prejuicios nunca lo vamos a conseguir, y lo triste es que esto es el cantar de siempre. Por lo menos la ultraderecha no ha subido (todavía)...

viernes, 22 de abril de 2011

Treme, New Orlean Blues


 Me encantaría que cuando llame a una persona tremendista me respondiera "por supuesto que soy tremendista, me encanta Treme". La respuesta denotaría un poco de ignorancia, pero también que esa persona sabe lo que ver en televisión. Y es que esta ficción no tan ficticia se ha convertido en toda una serie de culto de HBO, pues, como todo buen producto de culto audiovisual, no marca audiencias de vértigo, pero en cambio es correspondido por los críticos y sobretodo por los fans de una manera única. Creo que la última vez que se vio algo parecido fue con The Wire, también de HBO y también creada por David Simon.

No creo que sea casualidad que David Simon consiga crear productos de culto. Simon presenta sus series con un planteamiento poco habitual para el espectador medio, un planteamiento que en The Wire era totalmente literario, igual en Generation Kill, que está basada en un libro. Pero a la vez que literario, era periodístico, casi crónico, la crónica del fracaso de las instituciones en The Wire y del ejército y la generación de jóvenes soldados en Generation Kill. En Treme volvemos a ver esta perspectiva crónica y esta crítica al sistema (pocos hay tan sutíles como Simon para criticarlo), esta vez desde el punto de vista de los habitantes del barrio de Treme en Nueva Orleans después del huracán Katrina. Como todos desgraciadamente sabemos, el Gobierno de Bush dio la espalda a la ciudad después del desastre, y la serie muestra como se ganan la vida estos sureños después del desastre, siendo totalmente ignorados por su Gobierno.

En Treme hay mucho pesimismo, no en vano la serie empieza y acaba con uno de esos funerales tan peculiares de Nueva Orleans. Sin embargo, también hay esperanza, igual que en estos funerales. En ellos, la banda de músicos, mientras van al cementerio, entonan una melodía triste y melancólica, mientras que, a la vuelta, entonan canciones enérgicas y llenas de alegría. Ese es el espíritu de la serie. La esperanza va siempre de la mano de la música, verdadera protagonista de la serie, y principal característica que la diferencia del resto de sus competidoras. En Treme la narración puede llegar a parecer una ópera jazz en ocasiones, pues los protagonistas sienten la pasión que todo sureño siente por su música, y esta actua como salvavidas para algunos de ellos. El pesimismo está muy presente gracias a la miseria del ambiente, los vagabundos, las casas destrozadas, las muertes. 

Los personajes son otro de los grandes aciertos de la serie. Son los personajes con más alma y personalidad que he visto en mucho tiempo en televisión, y parece que cada uno de los actores ha esperado toda su vida para su papel aquí. En el reparto tenemos a dos actores muy conocidos, John Goodman y Melissa Leo, que forman un matrimonio entrañable. Él, un enamorado de la cultura de su ciudad y principal crítico de su Gobierno ante la situación actual. Ella, una abogada que ayuda a otra de las protagonistas a buscar a su hermano desaparecido durante el desastre. Tampoco nos podemos olvidar de Steve Zahn, que interpreta al personaje más loco y melómano de toda la serie, Davis McCalary, o de viejos conocidos de David Simon, como Wendell Pierce, Bunk en The Wire, un músico que hace lo bolos que puede para poder vivir, o Clarke Peters, Lester en The Wire, el jefe de la tribu india de Mardi Gras, el famoso carnaval de Nueva Orleans. La serie también está llena de cameos de músicos famosos como Elvis Costello, John Bouté (compositor de la intro de la serie) o Allen Toussant.

En cuestiones de dirección y guión, la serie cuenta con la clásica factura de las series de HBO y los directores que suele usar Simon, osea, una factura impecable. El punto fuerte de las series de Simon son los guiones, y en esta no iba a ser menos. Aunque obviamente no va a llegar al nivel de los escritores que colaboraron en The Wire, si conservan unos cuantos, como el ya habitual George Pelecanos. Aunque Simon no tiene nada que envidiar a estos colaboradores, pues él también sabe crear guiones casi perfectos.

La segunda temporada de Treme se estrena este domingo, y somos muchos los que estamos ansiosos por volver a ver a estos personajes únicos en acción y volver a escuchar los ritmos y melodías tan estimulantes que pueblan cada rincón de esta serie. Como deseo para esta segunda temporada, me gustaría que uno de los colaboradores de Simon en The Wire, Dennis Lehane, escribiera un capítulo. Una serie de la altura de Treme lo merece.

miércoles, 20 de abril de 2011

Game Of Thrones, Winter has come


Después de una gran campaña de marketing que ha durado varios meses, he podido ver el primer episodio de la nueva serie de HBO, Game Of Thrones, de la que ya hablé en este mismo blog hace unas semanas. Tengo que decir que, al contrario que muchos, no me enfrente al piloto con miedo a que me decepcionara. Sabía que no me iba a decepcionar. Mi única duda era si iba a alcanzar el nivel de excelencia que tienen otras series actuales de la cadena, como Boardwalk Empire o Treme. Pues bien, mi única duda se disipó en el momento en el que el imponente muro del norte apareció en pantalla. La secuencia inicial, que corresponde al prólogo del libro, está magníficamente rodada en un precioso paraje nevado, y la aparición de los Caminantes es escalofriante. Después de esto, los magníficos créditos de inicio (¿los mejores que he visto?) mis dudas estaban totalmente disipadas.

La hora que duraba el capítulo se me hizo cortísima, quizás porque vi tan bien reflejado el espíritu de la novela que quedé hipnotizado. Para empezar, la característica que distingue a Canción de Fuego y Hielo de otras sagas fantásticas es la violencia y el sexo. Aquí ya nos dejan claro que vamos a tener bastante de ambos. La escena de la boda dokharti es el mejor ejemplo. Los hombres se pelean por hacer el amor a las mujeres y acaban enzarzados en peleas a vida o muerte. Así que, al igual que en Boardwalk Empire, vamos a tener desnudos a cascoporro (Emilia Clarke, la actriz que interpreta a Daenarys, puede haber batido el record de mostrar más veces sus senos en un piloto).

La otra característica de la que ya hablé en la previa, los personajes. A Sean Bean le viene como anillo al dedo el personaje de Ed Stark, y se nota que disfruta con él. Peter Dinklage va a robarse la serie con Tyrion, y Emilia Clarke puede ser la gran revelación, junto con Kit Harington, que interpreta al bastardo Jon Nieve. También ojo con los personajes femeninos, porque en esta saga dan mucha guerra, sobretodo Michelle Fairley (Catelyn Stark) y Lena Headey (Cersei Lannister), las dos jefas de clan enfrentadas. Todavía no ha aparecido, pero tengo muchísimas ganas de ver a Aidan Gillen, el Carcetti de The Wire, en el papel de Meñique.

A esto le tenemos que añadir la grandísima puesta en escena que ha hecho HBO, ya no solamente gracias a los magníficos emplazamientos en los que está rodada y la exquisita dirección artística (personalmente, me resulta difícil elegir entre la vestimenta de Don Draper o Eddard Stark), sino también en cuestiones de dirección cinematográfica. Porque esto, compañeros, es la seña de identidad de HBO, hacer de las series de televisión el mejor cine de la actualidad. Este piloto iba firmado por el director maestro de la cadena, Tim Van Patten, pero en estas series eso no importa, porque todos los directores y guionistas mantienen el nivel muy alto. La música, épica y siniestra, y la fotografía, bella y precisa, son otro acierto de la serie que solo puede ir a mejor.

En conclusión, creo que Game Of Thrones va a disputarse el trono de mejor serie de HBO (en la actualidad), con Treme, cuya segunda temporada arraca este mismo fin de semana. A partir de este fin de semana, viviremos una lucha encarnizada por el Trono de Hierro particular de la cadena, el de las buenas críticas de prensa y fans. Porque en HBO no quieren tener la mayor audiencia de la televisión norteamericana, quieren tener los beneficios necesarios, y después, agradar a los fans. Un poco más de dos millones de espectadores vieron el estreno de Game Of Thrones, aunque habrá muchos pases durante la semana. Sea cual sea el número definitivo, el invierno no ha hecho más que comenzar...

martes, 19 de abril de 2011

Breaking Bad, la serie que más coloca



Vince Galligan debio haberse dado un festín de drogas cuando se le ocurrió la idea de crear Breaking Bad. Pero no solo eso, sino que también debió drogar al estilo Ali G al equipo directivo de AMC para que aceptaran su propuesta, mucho más arriesgada que las otras grandes series de la cadena. Mad Men cuenta con una estética muy cuidada y personajes muy atractivos físicamente y The Walking Dead tiene zombis, que es lo que más vende en estos momentos. Breaking Bad no tiene ni ejecutivos impecables ni muertos vivientes, aunque bien pensado, los altos cargos del cartel de la droga y los yonkis pueden sustituirlos respectivamente.

La premisa de Breaking Bad es simple. Walter White, un profesor de química que debe recurrir a un segundo trabajo para pagar sus facturas descubre que tiene cáncer. A partir de este momento, decide cocinar metanfetamina junto a un antiguo alumno, Jesse Pinkman, para que a su muerte su familia no necesite nada.  A partir de esto, su mujer se irá dando cuenta de que su esposo está más ausente de lo normal, mientras que su cuñado, agente de la DEA, empezará a seguir la pista de los cristales azules, que se vuelven muy populares en Nuevo México. La trama es arriesgada sobretodo si, como el señor White, quieres hacerte rico. Pero es viéndola cuando te das cuenta de su inmensa calidad y sobretodo, originalidad.

Los actores, como en toda gran serie que se aprecie, son magníficos. El protagonista, Bryan Cranston, se muestra intratable frente a la cámara, jugando con varios tipos de roles durante la serie, en los que se desenvuelve a la perfección. Su compañero de fatigas, Aaron Paul, demuestra que su capacidad como actor no tiene mucho que envidiar a la de Cranston, aunque esto va acompañado al desarrollo de su personajes. Lo mismo se puede decir de Anna Gunn y Dean Norris, mujer y cuñado policía de Walt, respectivamente. Obviamente, tampoco podemos dudar de la capacidad de Giancarlo Esposito (Gus), Raymond Cruz (Tuco) o Bob Odenkirk (Saul Goodman), todos personajes únicos y actores de talento asombroso.

Aparte de los actores, lo que más me ha enamorado de esta serie es la forma en la que está rodada. Es auténtico cine en televisión, como es (buena) costumbre ahora. El tratamiento de la cámara, que parece  ir siempre en mano, con lo que ello conlleva, es excelente, sobretodo en las secuencias de más alta tensión. La fotografía es sencillamente impecable y precisa, ha hecho que tenga el nombre de Michael Slovis bien apuntado en mi agenda. La música de Dave Porter está casi ausente, pero entra en el momento adecuado y sienta muy bien a las escenas. Sumemos a esto unos guiones bastante trabajados y bien conectados entre sí, sin muchos trucos, que se toman con gran sentido del humor muchas situaciones, y que son originales (quién haya visto el final de la segunda temporada me entenderá). Por último, mencionar los primeros minutos de cada capítulo, rodados a veces de manera casi onírica, con detalles del futuro o del pasado, pero que son una delicia para empezar cada capítulo.

Breaking Bad es una ficción que años atrás habría sido imposible realizar, pero ahora, con el nombramiento de la televisión como el nuevo mejor cine, es necesaria. Puede que la serie no sea totalmente cinematográfica en su planteamiento, pues tiene capítulos que se pueden tomar como un paréntesis de la trama principal (por ejemplo, Fly), pero eso es lo que realmente la hace una serie de televisión. Considero que cine televisivo pueden ser las series de HBO (The Wire, Boardwalk Empire, Juego de Tronos), mientras que AMC hace televisión con el cine como principal influencia, pero sin olvidarse de los clásicos. Sea como sea, ambos tipos de televisión siempre serán bien recibidos en mi disco duro o en mi estantería de DVD's. Y obviamente, cuando Breaking Bad llegue a su fin, tendrá un lugar privilegiado en la estantería, cerca de The Wire o Monty Python's Flying Circus.

lunes, 18 de abril de 2011

Carlos, terrorismo divertido


 Supongo que hacer una película sobre el terrorista Ilich Ramírez, más conocido como El Chacal o Carlos, debe ser más difícil todavía que hacer una crítica de una miniserie de casi seis horas. Y también supongo que las controvertidas declaraciones de Fernando Savater en las que afirmaba que el terrorismo le había hecho divertirse mucho las realizó después de ver esta producción en sesión continua. Lo que ya no supongo, sino que afirmo, es que estamos ante la mayor producción cinematográfica europea en mucho tiempo no solamente en cuanto a presupuesto, también en cuanto a calidad.

La figura de Carlos es un hito ya no solo en la historia del terrorismo, también de nuestra historia más reciente, ya que él fue el terrorista mediático por excelencia, un guerrero que luchaba por la causa palestina que pasó a ser un mercenario al que reclutaron ETA, IRA, etc. Por eso era esencial para que este macrofilm funcionase la elección de un actor capaz de comerse al personaje, y no al revés. Ahí está el primer gran acierto de Assayas, que eligió al actor venezolano (nacionalidad que comparte con Carlos) Edgar Ramírez, un semidesconocido que ha sorprendido al mundo con su capacidad de dominar al personaje y mostrarle tal y como es. Ramírez es el gran acierto del film, la principal razón para sentarse seis horas a ver esta obra.

Otro acierto de la película es mostrar tal y como era el panorama geopolítico en los setenta y ochenta. Y es que Carlos tenía más relaciones diplomáticas que cualquier Ministro de Exterior actual. Con Libia, Yemen, la Alemania Oriental, la URSS, Irak, etc. Países que también apoyan la lucha de Palestina y predican la lucha contra el imperialismo. Sin embargo, estas relaciones son posiblemente el punto más flojo de la cinta, pues ralentizan la acción y acaban haciéndose tediosas y largas.

De los tres capítulos que componen el metraje completo de la producción diría que lo mejor está en el primero y la primera mitad del segundo, en la que se desarrolla mi momento favorito de la serie, el secuestro de los miembros de la OPEC en Viena por parte del comando de Carlos. Momentos tensos y trepidantes magníficamente filmados por Assayas.

Posiblemente la serie no llegue a la altura de las grandes producciones americanas, pero nos da a los europeos un motivo para sentirnos orgullosos de nuestro cine, un cine no tan espectacular, pero sí más reflexivo y real, más centrado en las miserias y las alcantarillas, en este caso, de un mundo de tensiones constantes, en el que no hay espacio para la confianza y mucho para la traición. Otro de los grandes aciertos de Carlos es precisamente mostrarnos al personaje de manera realista, un tipo lleno de contradicciones y mujeriego a más no poder.

Habrá que echarle un vistazo a esa versión que se ha estrenado en cines, pero, como siempre, en Murcia no aparece en ninguna cartelera.

jueves, 14 de abril de 2011

República o Monarquía, esa no es la cuestión



Hoy me he despertado como cualquier otro día normal, incluso mejor (he empezado las vacaciones de primavera), pero no he tardado en darme cuenta de que hoy se cumple el ochenta aniversario de la Segunda República Española. Si bien es cierto que últimamente todos los días hay aniversarios (normalmente de cosas muertas), parece que todo el mundo se ha levantado especialmente republicano. 

Parece que el aniversario de la república ha afectado a los españoles de la misma manera que cuando ganamos el mundial de fútbol, ha provocado el mismo sentimiento patriótico que apareció en muchos por primera vez tan señalado día, y que, obviamente, se extinguirá mañana. También habrá quien no se haya enterado, como por ejemplo, mis compañeros de clase que se estarán pegando lo que ellos creen que es la fiesta de su vida. Los prefiero así en vez de hablando de sistemas políticos.

Supongo que querréis saber mi opinión sobre que sistema prefiero. Pues bien, la verdad es que es una cosa que me importa más bien poco mientras exista la democracia. Además, es un tema muy complejo del que es difícil formarse una opinión. Pero lo importante es que creo que este debate no tiene sentido en este momento. Nos quejamos de que el Gobierno imponga una auténtica torre de Babel en el Congreso y de los costes que eso supone, pero no nos quejamos de que una república sale más cara que una monarquía. Un presidente de la república nos costaría lo mismo o más que un rey, y eso de que lo elegiríamos tampoco es del todo cierto, porque lo elegirían los miembros de las Cortes.

La cuestión que debería importarnos no es esta, debería importarnos lo que está pasando ahora, que miles de personas estén sin empleo y sin esperanza de tenerlo. Podemos criticar y satirizar al actual monarca  hasta la saciedad, pero no olvidemos, ahora que está muy de moda la memoria histórica, que sino fuera por Juan Carlos I posiblemente estaríamos en una dictadura militar, con más paro, más pobreza, y sin nigún tipo de libertad. Yo vivo bien en una monarquía parlamentaria, y sabiendo como acabaron las dos repúblicas, prefiero quedar así. ¿Y vosotros?

martes, 5 de abril de 2011

Manifiesto Milenario



A todos los que sentimos pasión por esto del periodismo nos gusta criticar, es algo que va con la profesión. Somos tan críticos que preferimos ver los programas más sensacionalistas y faltos de ideas para criticarlos, antes que ver un programa donde se haga buen periodismo. Y es que en esta abrumadora cantidad de canales es muy difícil encontrar buen periodismo, y muy fácil encontrar telebasura (con telebasura no me refiero solamente a los típicos programas de Telecinco, sino también a las tertulias políticas sin variedad de opiniones).

Lo que también nos gusta es infravalorar tipos distintos de periodismo, poniéndolos unos cuantos pedestales por debajo del intocable periodismo de los períodicos punteros, que posiblemente son los que más tienen que callar en este asunto. Así, el periodismo musical o cinematográfico suele ser menospreciado por algunos profesionales, como si por no hablar de la crónica política no fuera periodismo real. Puede que no lo sea, pero estos periodistas suelen afrontar sus trabajos con muchísima más ilusión que cualquier analista político. ¿Por qué? Porque sienten pasión por su profesión, y así lo demuestran día a día.

Si hay un equipo que esté acostumbrado a críticas de este tipo pero que encara su trabajo con la máxima pasión posible, es el equipo que dirige Iker Jiménez escudado por Carmen Porter, Santiago Camacho y Javier Sierra como principales colaboradores. Sus programas, Milenio 3 (radio) y Cuarto Milenio (televisión), son analizados desde el punto de vista más simple y tópico posible. Además, son vistos casi como apología de lo sobrenatural. Nada más lejos de la realidad, a continuación os daré diez razones para aficionaros a este tipo de periodismo:

1. En los programas nunca se da como Dogma ninguna información, se dan las posibles soluciones de los casos, sin decantarse por ninguna, dando a los espectadores la oportunidad de elegir entre la ciencia y la fe en lo desconocido.

2. Los temas habituales no suelen aparecer en ningún otro medio, por tanto son informaciones necesarias para la opinión pública, que también tiene derecho a conocer estas noticias o sucesos. Lo mejor es que son tratados como si fueran investigaciones de primer nivel, y eso se agradece.

3. El equipo de colaboradores es variado y amplio. Historiadores, psquiatras, escritores, sacerdotes, científicos, etc, tienen hueco en las retransmisiones.

4. Se aprende mucho de todos estos campos, sobretodo desde el científico, por lo que lo de apología a lo sobrenatural queda en evidencia.

5. Cada colaborador es una mina de oro en su campo. Nada de mediocridades, quién va sabe lo dice.

6. Tratan temas muy variados, no solamente sucesos paranormales. Por ejemplo, fueron de los primeros en poner el grito en el cielo sobre los robos de bebés en España. Después de su fulminante investigación, los casos empezaron a aparecer en toda la prensa nacional.

7. Aprovechan muy bien los recursos de la radio y la televisión. Milenio 3 es un programa donde hay más debate e información, mientras que Cuarto Milenio cuenta con unos decorados y unas realizaciones cinematrográficas muy conseguidas, donde el tratamiento de la luz es brillante.

8. La música. Desde space rock hasta música de ambiente, pasando por bandas sonoras de películas. Si te consideras melómano, te tiene que gustar.

9. Iker Jiménez es un gran periodista y orador, además de un tipo humilde y enamorado del arte (dice tener en su casa unos 22.000 libros). Sus reflexiones al final de cada programa de Cuarto Milenio son antológicas.

10. A todos nos gusta el misterio. El ser humano siente siempre atracción a todo aquello que le parezca misterioso o extraordinario. Además, estos programas pueden arrojar un poco de luz y mostrarnos como algunas cosas que parecían inexplicables en realidad si tienen explicación, por lo que pueden ayudar a sacarnos poquito a poco de nuestra ignorancia nata.

Amigos, no hagamos ascos al periodismo de calidad simplemente por ser distinto, no todo está en las páginas de El Mundo o El País, periodismo de calidad puede haber incluso en una página de Facebook o Tuenti, aunque obviamente la mayoría están llenas de cosas parecidas al lenguaje. Hay periodismo de calidad  cuando el periodista siente ilusión y pasión hacia su trabajo, así es imposible que salga periodismo basura.

P.D: Doy las gracias a mi compañero del blog Weekly Vultures, ya que esto se me ocurrió cuando leí su artículo sobre el periodismo económico.

viernes, 1 de abril de 2011

Relículo

El asalto a la capilla de la Universidad Complutense de Madrid fue un hecho que algunos se encargaron de espectacularizar tanto como pudieron. Desde medios como Intereconomía hasta personas concretas como Jiménez Losantos, mostraron su indignación hacia este acto tan despreciable, pues a nadie le gusta que interrumpan sus actividades unos energumenos desnudos y gritones. Pero de este hecho se pasó al victimismo, a los ya típicos "a los cristianos se nos persigue" o "nos quieren quitar nuestros derechos". El victimismo nunca trae nada bueno, y está bien documentado que es así, y la verdad es que si alguien no puede ser victimista es la Iglesia, institución que tenía hasta hace bien poco mucho poder y que persiguió a cualquiera que renegara de ella, no para que los sacerdotes se desnudaran ante la mirada del blasfemo (aunque últimamente se desnudan frente a niños), sino para quemarlos vivos.

También es discutible lo de que son indefensos, cosa que comprobamos gracias a una noticia de actualidad. En la representación de la obra de teatro Gang Bang, obra muy criticada por los católicos que cuenta como se vive en una sauna para homosexuales la visita del Papa a Barcelona, aparecieron dos espontáneos que gritaron, mientras golpeaban las sillas, alabanzas a Cristo y a sus sacerdotes. Me pregunto si este hecho también encenderá las iras de los medios antes citados, medios que abogan en todo momento por la libertad de expresión, y me respondo enseguida que obviamente no. Como mucho justificaran el acto alegando que la obra era malísima y que lo merecía, ya que todas, absolutamente todas las obras de teatro que critican el cristianismo son muy malas, y encima financiadas con dinero público. "Que lo hagan con los musulmanes", es el canto de batalla de todos estos hipócritas. Pues resulta que en Intereconomía si se han hecho eco de la noticia, pero anunciando que posiblemente, todo se tratase de un montaje organizado por los propios organizadores, sin ningún tipo de pruebas, y con unas hipótesis que dan risa.

Este periodismo fanático, si se le puede llamar periodismo, que se olvida de la libertad de expresión y la sustituye por libertad religiosa es una de esas cosas que te hace sentir vergüenza ajena si de verdad eres profesional, porque un buen periodista nunca se deja llevar por su fanatismo, pero para que algunos medios consigan cierta relevancia deben hacerlo, y eso es muy triste. Claro que la libertad religiosa es un derecho fundamental que va dentro de la libertad de expresión, como también está la libertad creativa. Si dejáramos de financiar obras de teatro antirreligiosas o cualquier otro tipo de arte que critique o satirice a las religiones, estaríamos cometiendo un grave atentado contra la libertad. Lo que estos medios hacen es demagogia hipócrita de primer nivel, y miedo me da que haya personas que los tomen en serio.

No se va a hablar más del asunto, y seguramente tampoco se le ocurrirá a nadie pensar que lo de la Complutense fue un montaje, cosa que no creo en absoluto, que no se me malinterprete. Quiero acabar con una sugerencia, si hay alguien que de verdad se sienta perseguido, le invito a que vaya a vivir a Estados Unidos, la tierra de la libertad (y los predicadores), en la que si eres ateo y quieres ser político, más vale que seas un buen Rubalcaba mentiroso.

miércoles, 16 de marzo de 2011

La venganza de Gaia



¿Se está empezando a cansar la naturaleza de nosotros? Es una reflexión que he escuchado alguna vez estos días y me gustaría compartir con vosotros. Lo que está pasando en Japón es la crónica de una crisis no anunciada, que nadie se esperaba, ya que en la zona más afectada los seísmos no deberían llegar a los ocho grados en la escala Richter. Pero como todos sabemos, los terremotos no han venido solos, han provocado tsunamis que se han llevado miles de vidas (cuando escribo esto hay unos cuatro mil muertos oficiales), y una catástrofe nuclear que tiene atemorizado a todo el mundo por su posibles consecuencias y que ya está afectando las zonas mediante la radiación.

Japón es un país que merece un tremendo respeto por mi parte, un país próspero, con gente trabajadora a más no poder, y con una cultura envidiable. Uno de mis directores de cine favoritos es Akira Kurosawa, y que tire la primera piedra quien no haya sucumbido nunca al encanto de un manga, anime o videojuego, o quien no haya tarareado nunca un tema de algún grupo de J-loquesea.

El caosque reina Japón me hace preguntarme muchas cosas. La pregunta más importante que me hago es con la que empezaba el texto. Y yo creo que, efectivamente, la naturaleza se está volviendo contra nosotros. La acción del hombre ha tenido consecuencias devastadoras en ella, y no digamos ya la tremenda sobreexplotación de los recursos naturales y materias primas, en un mundo en el que la sobrepoblación y el hambre cada vez son mayores y más problemáticas. Aunque intentamos poner nuestro granito de arena para no dañarlo tanto (reciclaje, ahorro de energía), siempre van a existir los que junten en el vertedero todo lo que nos hemos esforzado en separar, los que destruyan una maravilla natural para urbanizar en su lugar, etc. El daño es ya irreparable.

La naturaleza tiene ganas de vengarse, tanto o más que Uma Thurman en Kill Bill y durante los últimos meses lo ha demostrado con creces, ya que se han dado terremotos y desastres naturales en Chile, Haití y ahora en Japón. La madre tierra no es un Dios misedicordioso, no tiene piedad, de hecho, siempre actúa en los lugares más desfavorecidos y contra las personas más pobres y humildes, firmando un pacto de no agresión con los ricos, como si disfrutara riéndose de los pobres mientras los afortunados pagan sus cheques de paz. ¿Porqué, cuando se sabe que son los avariciosos y sedientos de poder y dinero los que más la atacan? Hasta Gaia ha caido presa de la corrupción y el dinero.
Y estos pobres que bastante tienen con aguantar la que les está cayendo encima, luego, cuando la calma sustituye a la tempestad, se encuentran con... nada. No les queda nada, sus casas están destrozadas, inhabitables, todos sus bienes se han ido como vinieron, no tienes dinero ni comida, los seguros no dan abasto, y la lista sigue. Pero al fin y al cabo, aunque tengas que estar viviendo en una habitación con diez personas más, sin apenas comida ni bebida, tienes que estar agradecido por seguir vivo.

Y aquí viene otra pregunta, ¿de verdad merece la pena pasar todo este calvario, con parte de tu familia o muerta o desaparecida, sin dinero, sin casa, sin comida y con tu país en una crisis que no pasaba una crisis igual desde la Segunda Guerra Mundial? Ojalá nunca tenga que responder a esta pregunta. Desde aquí mando todo mi apoyo a los habitantes de Japón, y toda la suerte y ayuda del mundo para evitar ese apocalipsis nuclear que tanto se comenta. A los políticos europeos, dejad de discutir sobre la energía nuclear y ayudad, estas cosas deberían dar vergüenza en momentos así.