miércoles, 27 de abril de 2011

Fútbol, ¿competición nacionalista?


Estamos en el ecuador de los tan comentados cuatro clásicos entre Barcelona y Madrid. Los dos próximos choques son seguramente los más decisivos, pues el que gane accederá a la final de la competición de clubes más importante a nivel internacional. Después de la derrota en la final de la Copa del Rey, el Barcelona va a ir con ganas a Madrid, mientras que su entrenador, Pep Guardiola, ha acabado contestando al entrenador merengue, José Mourinho, después de pasar toda la temporada mordiéndose la lengua. El ambiente está más caliente que nunca entre estos dos equipos de cara a la semifinal de Champions.

Aquí tienen una mini-previa del partido de esta noche. Supongo que a los que lean periódicos deportivos como As, Marca o Sport, les faltará algo. Les falta lo que sobra pero que nos hemos acostumbrado tanto a verlo que ya no concebimos un panfleto deportivo sin ello. Les estoy hablando de las provocaciones, de las mentiras y de los ataques y defensas del nacionalismo, en resumen, de la constante apología del odio al contrario que hacen estos diarios. Estos periódicos se las dan de profesionales, pero a la hora de exponer sus argumentos parecen críos en el patio del colegio o los típicos abuelos del bar. Debido a esto, deben alimentar a sus lectores con el odio al contrario, los medios no importan, la clave es conseguir que hagan lo que ellos, mostrarse eufóricos e insultar al contrario si ganan o mostrarse victimistas ante la derrota. Vamos, la viva imagen de estos diarios.

Pero el caso que más me llama la atención de todos los que tratan los periódicos es el del nacionalismo. Desde Madrid nos hacen ver que los nacionalistas catalanes son poco menos que Satanás en la Tierra, y por ello muestran todos los días lo malos que son y como quieren cargarse a la España única y verdadera (hoy As, con su habitual imparcialidad, coloca en portada que el Barcelona habría solicitado permiso a la UEFA para que el speaker puediera hablar en catalán). Esto no es más que un lloriqueo clásico, pero hay otros temas que ya son más complicados.

Antes de la final de Copa del Rey, Marca publicó unas supuestas declaraciones de Piqué en el túnel de vestuario del Bernabeu, después del primer choque. Lo que decía era que le iban a quitar al Madrid la copa de su rey y se la iban a llevar a Cataluña. La noticia fue difundida por todos los medios, provocando un gran enfado e indignación en los aficionados madridistas. Más tarde se demostró que estas declaraciones, efectivamente no se produjeron, y fueron un invento del diario para crear un clima de odio, pero nadie hizo caso a eso. Todavía enfureció más a los aficionados que los catalanes presentes en Mestalla silbaran el himno español antes de la final, un gesto totalmente irrespetuoso. Cuando el Madrid se alzó con el título, no tardaron en salir los aficionados a la calle gritando injurias contra Cataluña y contra Piqué. Casillas subió a recoger el trofeo ataviado con una bandera de España y cogió el trofeo poniéndose por encima del rey. Marca volvió a publicar unas declaraciones de Piqué en las que decía que no le interesaba la copa por ser un trofeo español. Obviamente, las declaraciones eran falsas otra vez, y por supuesto, la gente se las creyó otra vez.

Aquí tenéis una lección magistral de como manipular a las masas a cargo del diario Marca, que de ortografía saben poco, pero de manipulación bastante. Con fuerza de voluntad y un poco de ayuda del rival (los diarios catalanes y los que silbaron el himno también tienen culpa) puedes controlar perfectamente a un grupo de personas. No voy a entrar en victimismos, que es lo que suelen hacer los diarios de este tipo, aunque quiero apuntar que cuando Puyol hizo lo mismo que Casillas al coger la Copa (ponerse por encima del rey) hace dos temporadas, Marca lo colocó en su portada como una injuria al Sus Majestades y una muestra del nacionalismo radical de los catalanes. Esta vez, no se dijo ni mu.

Ante todo este circo mediático, yo me hago una pregunta: ¿Por qué los del Barça son unos nacionalistas radicales por llevar banderas de Cataluña y los del Madrid, que hacen lo mismo solo que con la bandera de España, son los buenos? Parece que últimamente el fútbol se ha convertido en una competición donde se pone en juego el nacionalismo. Ganar es un orgullo para tu nación, y perder es una humillación. Lo peor que es esto es debido a la acción de los periódicos y al lavado de cerebro que hacen a los aficionados. Vamos a tranquilizarnos chicos, el fútbol es solamente un deporte, una diversión que a nosotros no nos da nada y hace ricos a los futbolistas que lo único que hacen es dar patadas a un balón. No lo hagamos más serio de lo que ya es, que no muera más gente por una tontería así.

martes, 26 de abril de 2011

"Está bien para ser de España"


 Ayer fue un día grande para la televisión española. Una de las mejores series que se ha visto por aquí en mucho tiempo dijo adiós con un episodio final a la altura de la serie. Si bien al principio me pareció un poco exagerado y forzado, conforme fui reflexionando me di cuenta de que era un final brillante pero oscuro, adjetivo que también comparte la propia serie. Aquí me preguntaba antes de su estreno si Crematorio conseguiría desmarcarse de las producciones con las que se la relacionaba y sus personajes.

Con mucha alegría tengo que decir que sí, que Sánchez-Cabezudo ha conseguido crear un producto 100% español con la gran influencia de las series americanas y el cine. En este apartado el director ha hecho un trabajo envidiable. No digamos ya de su labor en el guión junto a sus compañeros, pues ha adaptado con gran éxito una novela que practicamente carecía de narrativa y que se basaba en monólogos interiores de cada personaje, un tipo de novelas muy difícil de adaptar. Y los personajes y sus relaciones han quedado perfectamente plasmados, diría que algunos, como el propio Pepe Sancho (sublime como Bertomeu), ya forman parte de la historia de la televisión de nuestro país.

Crematorio quedará probablemente como una serie de culto, a pesar de que tampoco es perfecta. Se le puede criticar su extrema frialdad o su complejo guión con muchas tramas, pero a la hora de analizarla, la serie tiene muchos más pros que contras. Yo ya estoy deseando que salga en DVD, que se editará el 11 de mayo por un módico precio de 25 € el DVD y 30 € el Blu-ray.

Ahora toca hablar de otra cosa relacionada con la serie, y en general, con toda cuestión que sea nacionalizada española. Me refiero a algunos comentarios que he podido leer en Twitter (Crematorio ha sido tema del momento esta mañana), que decían que era una buena serie aunque fuera española. Ya advertí en la previa de la serie que no soy nada patriota, y que no me gusta nada el panorama de series en nuestro país, pero estos comentarios tan llenos de prejuicios son capaces de sacarme de mis casillas de la misma manera que El gato al agua. Para empezar, creo que es un error encasillar un producto por su nacionalidad. Así, tenemos ejemplos tan célebres como el "a mi el cine español no me gusta". ¿Y si no lo ves, como sabes que no te gusta?

Despreciar lo nacional, que por cierto, solo apreciamos cuando ganamos un Mundial, se ha convertido en una especie de moda, quedar bien echando por tierra el trabajo de decenas de artistas españoles con unas palabritas y con acciones como ir a ver el último blockbuster de Hollywood, penoso por cierto, y dejar de ver, por ser española, No tengas miedo. Lo mismo podemos decir en todos los terrenos artísticos, cuando hay artístas españoles que tienen museos con su nombre en Alemania y nadie los conoce. También hay ejemplos en la ciencia (los mejores científicos del mundo son españoles, pero tuvieron que irse del país) e incluso en la arqueología (culturas ancestrales que vivieron en nuestra península no han sido debidamente estudiadas todavía).

Parece que los españoles tenemos cierto complejo de inferioridad, creemos no tener nada con lo que destacar, aparte de la selección de fútbol (¿soy yo o el cántico "yo soy español", suena igual que el grito de opresión "yo soy Espartaco"?), y por eso nos aplicamos muy bien el "si no puedes con el enemigo, únete a él". Pero ahí está el error. Podemos ser una superpotencia cultural si nos lo proponemos, pero desde luego, a base de prejuicios nunca lo vamos a conseguir, y lo triste es que esto es el cantar de siempre. Por lo menos la ultraderecha no ha subido (todavía)...

viernes, 22 de abril de 2011

Treme, New Orlean Blues


 Me encantaría que cuando llame a una persona tremendista me respondiera "por supuesto que soy tremendista, me encanta Treme". La respuesta denotaría un poco de ignorancia, pero también que esa persona sabe lo que ver en televisión. Y es que esta ficción no tan ficticia se ha convertido en toda una serie de culto de HBO, pues, como todo buen producto de culto audiovisual, no marca audiencias de vértigo, pero en cambio es correspondido por los críticos y sobretodo por los fans de una manera única. Creo que la última vez que se vio algo parecido fue con The Wire, también de HBO y también creada por David Simon.

No creo que sea casualidad que David Simon consiga crear productos de culto. Simon presenta sus series con un planteamiento poco habitual para el espectador medio, un planteamiento que en The Wire era totalmente literario, igual en Generation Kill, que está basada en un libro. Pero a la vez que literario, era periodístico, casi crónico, la crónica del fracaso de las instituciones en The Wire y del ejército y la generación de jóvenes soldados en Generation Kill. En Treme volvemos a ver esta perspectiva crónica y esta crítica al sistema (pocos hay tan sutíles como Simon para criticarlo), esta vez desde el punto de vista de los habitantes del barrio de Treme en Nueva Orleans después del huracán Katrina. Como todos desgraciadamente sabemos, el Gobierno de Bush dio la espalda a la ciudad después del desastre, y la serie muestra como se ganan la vida estos sureños después del desastre, siendo totalmente ignorados por su Gobierno.

En Treme hay mucho pesimismo, no en vano la serie empieza y acaba con uno de esos funerales tan peculiares de Nueva Orleans. Sin embargo, también hay esperanza, igual que en estos funerales. En ellos, la banda de músicos, mientras van al cementerio, entonan una melodía triste y melancólica, mientras que, a la vuelta, entonan canciones enérgicas y llenas de alegría. Ese es el espíritu de la serie. La esperanza va siempre de la mano de la música, verdadera protagonista de la serie, y principal característica que la diferencia del resto de sus competidoras. En Treme la narración puede llegar a parecer una ópera jazz en ocasiones, pues los protagonistas sienten la pasión que todo sureño siente por su música, y esta actua como salvavidas para algunos de ellos. El pesimismo está muy presente gracias a la miseria del ambiente, los vagabundos, las casas destrozadas, las muertes. 

Los personajes son otro de los grandes aciertos de la serie. Son los personajes con más alma y personalidad que he visto en mucho tiempo en televisión, y parece que cada uno de los actores ha esperado toda su vida para su papel aquí. En el reparto tenemos a dos actores muy conocidos, John Goodman y Melissa Leo, que forman un matrimonio entrañable. Él, un enamorado de la cultura de su ciudad y principal crítico de su Gobierno ante la situación actual. Ella, una abogada que ayuda a otra de las protagonistas a buscar a su hermano desaparecido durante el desastre. Tampoco nos podemos olvidar de Steve Zahn, que interpreta al personaje más loco y melómano de toda la serie, Davis McCalary, o de viejos conocidos de David Simon, como Wendell Pierce, Bunk en The Wire, un músico que hace lo bolos que puede para poder vivir, o Clarke Peters, Lester en The Wire, el jefe de la tribu india de Mardi Gras, el famoso carnaval de Nueva Orleans. La serie también está llena de cameos de músicos famosos como Elvis Costello, John Bouté (compositor de la intro de la serie) o Allen Toussant.

En cuestiones de dirección y guión, la serie cuenta con la clásica factura de las series de HBO y los directores que suele usar Simon, osea, una factura impecable. El punto fuerte de las series de Simon son los guiones, y en esta no iba a ser menos. Aunque obviamente no va a llegar al nivel de los escritores que colaboraron en The Wire, si conservan unos cuantos, como el ya habitual George Pelecanos. Aunque Simon no tiene nada que envidiar a estos colaboradores, pues él también sabe crear guiones casi perfectos.

La segunda temporada de Treme se estrena este domingo, y somos muchos los que estamos ansiosos por volver a ver a estos personajes únicos en acción y volver a escuchar los ritmos y melodías tan estimulantes que pueblan cada rincón de esta serie. Como deseo para esta segunda temporada, me gustaría que uno de los colaboradores de Simon en The Wire, Dennis Lehane, escribiera un capítulo. Una serie de la altura de Treme lo merece.

miércoles, 20 de abril de 2011

Game Of Thrones, Winter has come


Después de una gran campaña de marketing que ha durado varios meses, he podido ver el primer episodio de la nueva serie de HBO, Game Of Thrones, de la que ya hablé en este mismo blog hace unas semanas. Tengo que decir que, al contrario que muchos, no me enfrente al piloto con miedo a que me decepcionara. Sabía que no me iba a decepcionar. Mi única duda era si iba a alcanzar el nivel de excelencia que tienen otras series actuales de la cadena, como Boardwalk Empire o Treme. Pues bien, mi única duda se disipó en el momento en el que el imponente muro del norte apareció en pantalla. La secuencia inicial, que corresponde al prólogo del libro, está magníficamente rodada en un precioso paraje nevado, y la aparición de los Caminantes es escalofriante. Después de esto, los magníficos créditos de inicio (¿los mejores que he visto?) mis dudas estaban totalmente disipadas.

La hora que duraba el capítulo se me hizo cortísima, quizás porque vi tan bien reflejado el espíritu de la novela que quedé hipnotizado. Para empezar, la característica que distingue a Canción de Fuego y Hielo de otras sagas fantásticas es la violencia y el sexo. Aquí ya nos dejan claro que vamos a tener bastante de ambos. La escena de la boda dokharti es el mejor ejemplo. Los hombres se pelean por hacer el amor a las mujeres y acaban enzarzados en peleas a vida o muerte. Así que, al igual que en Boardwalk Empire, vamos a tener desnudos a cascoporro (Emilia Clarke, la actriz que interpreta a Daenarys, puede haber batido el record de mostrar más veces sus senos en un piloto).

La otra característica de la que ya hablé en la previa, los personajes. A Sean Bean le viene como anillo al dedo el personaje de Ed Stark, y se nota que disfruta con él. Peter Dinklage va a robarse la serie con Tyrion, y Emilia Clarke puede ser la gran revelación, junto con Kit Harington, que interpreta al bastardo Jon Nieve. También ojo con los personajes femeninos, porque en esta saga dan mucha guerra, sobretodo Michelle Fairley (Catelyn Stark) y Lena Headey (Cersei Lannister), las dos jefas de clan enfrentadas. Todavía no ha aparecido, pero tengo muchísimas ganas de ver a Aidan Gillen, el Carcetti de The Wire, en el papel de Meñique.

A esto le tenemos que añadir la grandísima puesta en escena que ha hecho HBO, ya no solamente gracias a los magníficos emplazamientos en los que está rodada y la exquisita dirección artística (personalmente, me resulta difícil elegir entre la vestimenta de Don Draper o Eddard Stark), sino también en cuestiones de dirección cinematográfica. Porque esto, compañeros, es la seña de identidad de HBO, hacer de las series de televisión el mejor cine de la actualidad. Este piloto iba firmado por el director maestro de la cadena, Tim Van Patten, pero en estas series eso no importa, porque todos los directores y guionistas mantienen el nivel muy alto. La música, épica y siniestra, y la fotografía, bella y precisa, son otro acierto de la serie que solo puede ir a mejor.

En conclusión, creo que Game Of Thrones va a disputarse el trono de mejor serie de HBO (en la actualidad), con Treme, cuya segunda temporada arraca este mismo fin de semana. A partir de este fin de semana, viviremos una lucha encarnizada por el Trono de Hierro particular de la cadena, el de las buenas críticas de prensa y fans. Porque en HBO no quieren tener la mayor audiencia de la televisión norteamericana, quieren tener los beneficios necesarios, y después, agradar a los fans. Un poco más de dos millones de espectadores vieron el estreno de Game Of Thrones, aunque habrá muchos pases durante la semana. Sea cual sea el número definitivo, el invierno no ha hecho más que comenzar...

martes, 19 de abril de 2011

Breaking Bad, la serie que más coloca



Vince Galligan debio haberse dado un festín de drogas cuando se le ocurrió la idea de crear Breaking Bad. Pero no solo eso, sino que también debió drogar al estilo Ali G al equipo directivo de AMC para que aceptaran su propuesta, mucho más arriesgada que las otras grandes series de la cadena. Mad Men cuenta con una estética muy cuidada y personajes muy atractivos físicamente y The Walking Dead tiene zombis, que es lo que más vende en estos momentos. Breaking Bad no tiene ni ejecutivos impecables ni muertos vivientes, aunque bien pensado, los altos cargos del cartel de la droga y los yonkis pueden sustituirlos respectivamente.

La premisa de Breaking Bad es simple. Walter White, un profesor de química que debe recurrir a un segundo trabajo para pagar sus facturas descubre que tiene cáncer. A partir de este momento, decide cocinar metanfetamina junto a un antiguo alumno, Jesse Pinkman, para que a su muerte su familia no necesite nada.  A partir de esto, su mujer se irá dando cuenta de que su esposo está más ausente de lo normal, mientras que su cuñado, agente de la DEA, empezará a seguir la pista de los cristales azules, que se vuelven muy populares en Nuevo México. La trama es arriesgada sobretodo si, como el señor White, quieres hacerte rico. Pero es viéndola cuando te das cuenta de su inmensa calidad y sobretodo, originalidad.

Los actores, como en toda gran serie que se aprecie, son magníficos. El protagonista, Bryan Cranston, se muestra intratable frente a la cámara, jugando con varios tipos de roles durante la serie, en los que se desenvuelve a la perfección. Su compañero de fatigas, Aaron Paul, demuestra que su capacidad como actor no tiene mucho que envidiar a la de Cranston, aunque esto va acompañado al desarrollo de su personajes. Lo mismo se puede decir de Anna Gunn y Dean Norris, mujer y cuñado policía de Walt, respectivamente. Obviamente, tampoco podemos dudar de la capacidad de Giancarlo Esposito (Gus), Raymond Cruz (Tuco) o Bob Odenkirk (Saul Goodman), todos personajes únicos y actores de talento asombroso.

Aparte de los actores, lo que más me ha enamorado de esta serie es la forma en la que está rodada. Es auténtico cine en televisión, como es (buena) costumbre ahora. El tratamiento de la cámara, que parece  ir siempre en mano, con lo que ello conlleva, es excelente, sobretodo en las secuencias de más alta tensión. La fotografía es sencillamente impecable y precisa, ha hecho que tenga el nombre de Michael Slovis bien apuntado en mi agenda. La música de Dave Porter está casi ausente, pero entra en el momento adecuado y sienta muy bien a las escenas. Sumemos a esto unos guiones bastante trabajados y bien conectados entre sí, sin muchos trucos, que se toman con gran sentido del humor muchas situaciones, y que son originales (quién haya visto el final de la segunda temporada me entenderá). Por último, mencionar los primeros minutos de cada capítulo, rodados a veces de manera casi onírica, con detalles del futuro o del pasado, pero que son una delicia para empezar cada capítulo.

Breaking Bad es una ficción que años atrás habría sido imposible realizar, pero ahora, con el nombramiento de la televisión como el nuevo mejor cine, es necesaria. Puede que la serie no sea totalmente cinematográfica en su planteamiento, pues tiene capítulos que se pueden tomar como un paréntesis de la trama principal (por ejemplo, Fly), pero eso es lo que realmente la hace una serie de televisión. Considero que cine televisivo pueden ser las series de HBO (The Wire, Boardwalk Empire, Juego de Tronos), mientras que AMC hace televisión con el cine como principal influencia, pero sin olvidarse de los clásicos. Sea como sea, ambos tipos de televisión siempre serán bien recibidos en mi disco duro o en mi estantería de DVD's. Y obviamente, cuando Breaking Bad llegue a su fin, tendrá un lugar privilegiado en la estantería, cerca de The Wire o Monty Python's Flying Circus.

lunes, 18 de abril de 2011

Carlos, terrorismo divertido


 Supongo que hacer una película sobre el terrorista Ilich Ramírez, más conocido como El Chacal o Carlos, debe ser más difícil todavía que hacer una crítica de una miniserie de casi seis horas. Y también supongo que las controvertidas declaraciones de Fernando Savater en las que afirmaba que el terrorismo le había hecho divertirse mucho las realizó después de ver esta producción en sesión continua. Lo que ya no supongo, sino que afirmo, es que estamos ante la mayor producción cinematográfica europea en mucho tiempo no solamente en cuanto a presupuesto, también en cuanto a calidad.

La figura de Carlos es un hito ya no solo en la historia del terrorismo, también de nuestra historia más reciente, ya que él fue el terrorista mediático por excelencia, un guerrero que luchaba por la causa palestina que pasó a ser un mercenario al que reclutaron ETA, IRA, etc. Por eso era esencial para que este macrofilm funcionase la elección de un actor capaz de comerse al personaje, y no al revés. Ahí está el primer gran acierto de Assayas, que eligió al actor venezolano (nacionalidad que comparte con Carlos) Edgar Ramírez, un semidesconocido que ha sorprendido al mundo con su capacidad de dominar al personaje y mostrarle tal y como es. Ramírez es el gran acierto del film, la principal razón para sentarse seis horas a ver esta obra.

Otro acierto de la película es mostrar tal y como era el panorama geopolítico en los setenta y ochenta. Y es que Carlos tenía más relaciones diplomáticas que cualquier Ministro de Exterior actual. Con Libia, Yemen, la Alemania Oriental, la URSS, Irak, etc. Países que también apoyan la lucha de Palestina y predican la lucha contra el imperialismo. Sin embargo, estas relaciones son posiblemente el punto más flojo de la cinta, pues ralentizan la acción y acaban haciéndose tediosas y largas.

De los tres capítulos que componen el metraje completo de la producción diría que lo mejor está en el primero y la primera mitad del segundo, en la que se desarrolla mi momento favorito de la serie, el secuestro de los miembros de la OPEC en Viena por parte del comando de Carlos. Momentos tensos y trepidantes magníficamente filmados por Assayas.

Posiblemente la serie no llegue a la altura de las grandes producciones americanas, pero nos da a los europeos un motivo para sentirnos orgullosos de nuestro cine, un cine no tan espectacular, pero sí más reflexivo y real, más centrado en las miserias y las alcantarillas, en este caso, de un mundo de tensiones constantes, en el que no hay espacio para la confianza y mucho para la traición. Otro de los grandes aciertos de Carlos es precisamente mostrarnos al personaje de manera realista, un tipo lleno de contradicciones y mujeriego a más no poder.

Habrá que echarle un vistazo a esa versión que se ha estrenado en cines, pero, como siempre, en Murcia no aparece en ninguna cartelera.

jueves, 14 de abril de 2011

República o Monarquía, esa no es la cuestión



Hoy me he despertado como cualquier otro día normal, incluso mejor (he empezado las vacaciones de primavera), pero no he tardado en darme cuenta de que hoy se cumple el ochenta aniversario de la Segunda República Española. Si bien es cierto que últimamente todos los días hay aniversarios (normalmente de cosas muertas), parece que todo el mundo se ha levantado especialmente republicano. 

Parece que el aniversario de la república ha afectado a los españoles de la misma manera que cuando ganamos el mundial de fútbol, ha provocado el mismo sentimiento patriótico que apareció en muchos por primera vez tan señalado día, y que, obviamente, se extinguirá mañana. También habrá quien no se haya enterado, como por ejemplo, mis compañeros de clase que se estarán pegando lo que ellos creen que es la fiesta de su vida. Los prefiero así en vez de hablando de sistemas políticos.

Supongo que querréis saber mi opinión sobre que sistema prefiero. Pues bien, la verdad es que es una cosa que me importa más bien poco mientras exista la democracia. Además, es un tema muy complejo del que es difícil formarse una opinión. Pero lo importante es que creo que este debate no tiene sentido en este momento. Nos quejamos de que el Gobierno imponga una auténtica torre de Babel en el Congreso y de los costes que eso supone, pero no nos quejamos de que una república sale más cara que una monarquía. Un presidente de la república nos costaría lo mismo o más que un rey, y eso de que lo elegiríamos tampoco es del todo cierto, porque lo elegirían los miembros de las Cortes.

La cuestión que debería importarnos no es esta, debería importarnos lo que está pasando ahora, que miles de personas estén sin empleo y sin esperanza de tenerlo. Podemos criticar y satirizar al actual monarca  hasta la saciedad, pero no olvidemos, ahora que está muy de moda la memoria histórica, que sino fuera por Juan Carlos I posiblemente estaríamos en una dictadura militar, con más paro, más pobreza, y sin nigún tipo de libertad. Yo vivo bien en una monarquía parlamentaria, y sabiendo como acabaron las dos repúblicas, prefiero quedar así. ¿Y vosotros?

martes, 5 de abril de 2011

Manifiesto Milenario



A todos los que sentimos pasión por esto del periodismo nos gusta criticar, es algo que va con la profesión. Somos tan críticos que preferimos ver los programas más sensacionalistas y faltos de ideas para criticarlos, antes que ver un programa donde se haga buen periodismo. Y es que en esta abrumadora cantidad de canales es muy difícil encontrar buen periodismo, y muy fácil encontrar telebasura (con telebasura no me refiero solamente a los típicos programas de Telecinco, sino también a las tertulias políticas sin variedad de opiniones).

Lo que también nos gusta es infravalorar tipos distintos de periodismo, poniéndolos unos cuantos pedestales por debajo del intocable periodismo de los períodicos punteros, que posiblemente son los que más tienen que callar en este asunto. Así, el periodismo musical o cinematográfico suele ser menospreciado por algunos profesionales, como si por no hablar de la crónica política no fuera periodismo real. Puede que no lo sea, pero estos periodistas suelen afrontar sus trabajos con muchísima más ilusión que cualquier analista político. ¿Por qué? Porque sienten pasión por su profesión, y así lo demuestran día a día.

Si hay un equipo que esté acostumbrado a críticas de este tipo pero que encara su trabajo con la máxima pasión posible, es el equipo que dirige Iker Jiménez escudado por Carmen Porter, Santiago Camacho y Javier Sierra como principales colaboradores. Sus programas, Milenio 3 (radio) y Cuarto Milenio (televisión), son analizados desde el punto de vista más simple y tópico posible. Además, son vistos casi como apología de lo sobrenatural. Nada más lejos de la realidad, a continuación os daré diez razones para aficionaros a este tipo de periodismo:

1. En los programas nunca se da como Dogma ninguna información, se dan las posibles soluciones de los casos, sin decantarse por ninguna, dando a los espectadores la oportunidad de elegir entre la ciencia y la fe en lo desconocido.

2. Los temas habituales no suelen aparecer en ningún otro medio, por tanto son informaciones necesarias para la opinión pública, que también tiene derecho a conocer estas noticias o sucesos. Lo mejor es que son tratados como si fueran investigaciones de primer nivel, y eso se agradece.

3. El equipo de colaboradores es variado y amplio. Historiadores, psquiatras, escritores, sacerdotes, científicos, etc, tienen hueco en las retransmisiones.

4. Se aprende mucho de todos estos campos, sobretodo desde el científico, por lo que lo de apología a lo sobrenatural queda en evidencia.

5. Cada colaborador es una mina de oro en su campo. Nada de mediocridades, quién va sabe lo dice.

6. Tratan temas muy variados, no solamente sucesos paranormales. Por ejemplo, fueron de los primeros en poner el grito en el cielo sobre los robos de bebés en España. Después de su fulminante investigación, los casos empezaron a aparecer en toda la prensa nacional.

7. Aprovechan muy bien los recursos de la radio y la televisión. Milenio 3 es un programa donde hay más debate e información, mientras que Cuarto Milenio cuenta con unos decorados y unas realizaciones cinematrográficas muy conseguidas, donde el tratamiento de la luz es brillante.

8. La música. Desde space rock hasta música de ambiente, pasando por bandas sonoras de películas. Si te consideras melómano, te tiene que gustar.

9. Iker Jiménez es un gran periodista y orador, además de un tipo humilde y enamorado del arte (dice tener en su casa unos 22.000 libros). Sus reflexiones al final de cada programa de Cuarto Milenio son antológicas.

10. A todos nos gusta el misterio. El ser humano siente siempre atracción a todo aquello que le parezca misterioso o extraordinario. Además, estos programas pueden arrojar un poco de luz y mostrarnos como algunas cosas que parecían inexplicables en realidad si tienen explicación, por lo que pueden ayudar a sacarnos poquito a poco de nuestra ignorancia nata.

Amigos, no hagamos ascos al periodismo de calidad simplemente por ser distinto, no todo está en las páginas de El Mundo o El País, periodismo de calidad puede haber incluso en una página de Facebook o Tuenti, aunque obviamente la mayoría están llenas de cosas parecidas al lenguaje. Hay periodismo de calidad  cuando el periodista siente ilusión y pasión hacia su trabajo, así es imposible que salga periodismo basura.

P.D: Doy las gracias a mi compañero del blog Weekly Vultures, ya que esto se me ocurrió cuando leí su artículo sobre el periodismo económico.

viernes, 1 de abril de 2011

Relículo

El asalto a la capilla de la Universidad Complutense de Madrid fue un hecho que algunos se encargaron de espectacularizar tanto como pudieron. Desde medios como Intereconomía hasta personas concretas como Jiménez Losantos, mostraron su indignación hacia este acto tan despreciable, pues a nadie le gusta que interrumpan sus actividades unos energumenos desnudos y gritones. Pero de este hecho se pasó al victimismo, a los ya típicos "a los cristianos se nos persigue" o "nos quieren quitar nuestros derechos". El victimismo nunca trae nada bueno, y está bien documentado que es así, y la verdad es que si alguien no puede ser victimista es la Iglesia, institución que tenía hasta hace bien poco mucho poder y que persiguió a cualquiera que renegara de ella, no para que los sacerdotes se desnudaran ante la mirada del blasfemo (aunque últimamente se desnudan frente a niños), sino para quemarlos vivos.

También es discutible lo de que son indefensos, cosa que comprobamos gracias a una noticia de actualidad. En la representación de la obra de teatro Gang Bang, obra muy criticada por los católicos que cuenta como se vive en una sauna para homosexuales la visita del Papa a Barcelona, aparecieron dos espontáneos que gritaron, mientras golpeaban las sillas, alabanzas a Cristo y a sus sacerdotes. Me pregunto si este hecho también encenderá las iras de los medios antes citados, medios que abogan en todo momento por la libertad de expresión, y me respondo enseguida que obviamente no. Como mucho justificaran el acto alegando que la obra era malísima y que lo merecía, ya que todas, absolutamente todas las obras de teatro que critican el cristianismo son muy malas, y encima financiadas con dinero público. "Que lo hagan con los musulmanes", es el canto de batalla de todos estos hipócritas. Pues resulta que en Intereconomía si se han hecho eco de la noticia, pero anunciando que posiblemente, todo se tratase de un montaje organizado por los propios organizadores, sin ningún tipo de pruebas, y con unas hipótesis que dan risa.

Este periodismo fanático, si se le puede llamar periodismo, que se olvida de la libertad de expresión y la sustituye por libertad religiosa es una de esas cosas que te hace sentir vergüenza ajena si de verdad eres profesional, porque un buen periodista nunca se deja llevar por su fanatismo, pero para que algunos medios consigan cierta relevancia deben hacerlo, y eso es muy triste. Claro que la libertad religiosa es un derecho fundamental que va dentro de la libertad de expresión, como también está la libertad creativa. Si dejáramos de financiar obras de teatro antirreligiosas o cualquier otro tipo de arte que critique o satirice a las religiones, estaríamos cometiendo un grave atentado contra la libertad. Lo que estos medios hacen es demagogia hipócrita de primer nivel, y miedo me da que haya personas que los tomen en serio.

No se va a hablar más del asunto, y seguramente tampoco se le ocurrirá a nadie pensar que lo de la Complutense fue un montaje, cosa que no creo en absoluto, que no se me malinterprete. Quiero acabar con una sugerencia, si hay alguien que de verdad se sienta perseguido, le invito a que vaya a vivir a Estados Unidos, la tierra de la libertad (y los predicadores), en la que si eres ateo y quieres ser político, más vale que seas un buen Rubalcaba mentiroso.