domingo, 6 de febrero de 2011

Guerra Y Paz



Enfrentarse a Guerra Y Paz parece todo un desafío si lo miras por fuera. 1.500 páginas de novela, con conversaciones en otros idiomas y traducidas a pie de página pueden asustar demasiado al lector medio, pero en la vida, para disfrutar de las mejores experiencias es necesario un poco de empeño y dedicación, y yo decidí, en una de esas tardes navideñas que vagas por las estanterías de libros de El Corte Inglés, hacerme con este libro.

Pero aunque parezca que el libro te va a comer antes de empezar a leerlo, cuando te sumerges en su historia, sus personajes sus palacios, sus bailes  y sus batallas no puedes dar marcha atrás. El estilo crónico de Tolstoi hace que te encuentres con una especie de documental escrito, donde intervienen personajes históricos (Napoleón, el emperador Alejandro, el general Kutuzov) y otros personajes intrahistóricos que reflejan perfectamente las circunstacias y costumbres de la época. La novela está dividida en varias partes, desde su introducción, en la que se nos presentan los personajes y sus habituales celebraciones en palacios, pasando por las batallas entre rusos y franceses, hasta la paz después de el retroceso de los franceses.

Personalmente, lo mejor que tiene el libro son sus complejos personajes. Como he dicho antes, reflejan a la perfección esos tiempos (principios del siglo XIX), con sus dichas y desdichas, sus alegrías y tristezas y sus inmensas personalidades. Desde los hombres como Pierre Bezukhov (cínico y desdichado a pesar de su fortuna, mi favorito), hasta las mujeres como María Bolkonski (amargada porque no cree que nadie vaya a pedir su mano nunca), todos los personajes de Tolstoi van evolucionando a través de la novela, hasta el punto de llegar a sentirlos como reales e identificarte con ellos, un logro tremendo que demuestra que la narración ha envejecido estupendamente, pues es muy difícil que alguien de la sociedad actual se sienta identificado con personas que están enamorados y no piensen en ningún momento en meterle mano a su prometido/a.

El otro gran punto a favor es la narración de Tolstoi, nada cargante (no aburre en todo el relato), muy viva y real, sobretodo en las partes de los bailes de palacio y en las batallas, también con toques de crónica, y con abundantes reflexiones, no tantas del narrador, sino de los personajes, unas reflexiones muy profundas que nos hacen empatizar con el personaje y valorar la situación de quién reflexiona.

Como conclusión, no hace falta decir que lo recomiendo a todo el que esté interesado en la buena literatura, y es imprescindible para todo aquel que disfrute con los maestros de la literatura rusa. En una de las escenas finales de la película Manhattan, de Woody Allen, su personaje está tumbado en el sofá enumerando las cosas por las que merece la pena vivir. Yo diría que sin duda, libros como este hacen que no me pase por la cabeza la idea del suicidio.

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